Exposición del 15 de noviembre al 6 de diciembre de 2011 en La Galerie de la Alianza Francesa de La Paz, de las 15:00 a las 19:30. Sábado: De las 10:00 a las 12:00. Entrada Libre
A propósito de la exposición titulada “La mente habla mucho… pero el cuerpo es el que sabe”, del artista Rafael Maldonado
Ante los dibujos presentados en esta muestra, el espectador —y sobre todo el crítico— podrían verse tentados de calificar el conjunto como la obra de un artista naïf, o asociarla al Art Brut, en tanto creación de personas ajenas a las formas de expresión artística y a los valores culturales tradicionales.
Nada más equivocado: como egresado de la Facultad de Artes de la UMSA, Rafael Maldonado cuenta con una sólida formación en las técnicas convencionales. Sin embargo, a pesar de una larga experiencia de contacto con el arte y los artistas de México, Suiza, España, Macedonia y varios otros países en los que ha seguido aprendiendo —y enseñando— a través de exposiciones, cursos y talleres, Rafael es un artista que ha sabido mantener intacta e íntegra la sorprendente riqueza e intensidad de su mundo interior.
No obstante, la frescura de su propuesta, aun siendo genuina, puede resultar engañosa. En efecto, uno podría tener la impresión de que estos dibujos/acuarelas/grabados de formato pequeño van brotando de su pluma/pincel/buril casi irreflexivamente, como quien no quiere la cosa. Pero esta espontaneidad es sólo aparente, o mejor dicho, no es sino un aspecto del asunto. En realidad, el arte personalísimo y original que vemos aquí es más bien el resultado de una paradójica y a la vez extraordinaria combinación entre fluidez y deliberación.
Quizá podamos comprender mejor este punto si nos acercamos un poco a su forma de trabajar. Maldonado inicia sus dibujos/acuarelas/grabados sobre lo primero que encuentra a mano: planchas de madera, pedazos de papel ordinario u hojas de papel para acuarela cuidadosamente recortadas, a menudo parcialmente utilizadas y con manchas o trazos de bocetos anteriores, elementos que de alguna manera quedan integrados en la nueva obra.
Sospecho que todo esto contribuye a conjurar cualquier atisbo de bloqueo o rigidez derivados de la excesiva “responsabilidad” del artista frente al lienzo en blanco. Al mismo tiempo, confiere libertad, soltura, gracia y hasta un toque de humor a todos y cada uno de los “episodios” de esta serie, ejecutados en una técnica mixta que conjuga armoniosamente las transparencias de la acuarela, los contornos definidos de la tinta y la particular textura de sus xilografías.
Por otro lado, el acto creativo de Rafael Maldonado no obedece a un ánimo compulsivo, disparatado o delirante. Al contrario, para las sesiones de trabajo se autoexige una rigurosa preparación previa: se trata de alcanzar un estado de espíritu que le permita trascender los condicionamientos impuestos sobre nuestra percepción por el incesante monólogo interior, cuya racionalidad verbal mediatiza y ahoga una relación más profunda con las cosas (de ahí el título de la exposición).
Así, lo que da unidad a esta muestra no es necesariamente la temática ni la técnica, sino precisamente ese estado de espíritu y esa sensibilidad que subyacen a toda la obra y que prestan su atmósfera sutil a la sala.