“Cuando uno pinta, sería mejor pensar más en el sentimiento que en la naturaleza.”
La frase proviene de la joven pintora Paula Modersohn-Becker. Ya en esta cita vemos que a finales del siglo XIX ella (1876-1906) pertenecía a ese grupo de artistas que se oponía a los conceptos rígidos de las academias. Para no trabajar en el estudio, sino directamente en y con la naturaleza, la joven decidió vivir en la comunidad artística de Worpswede (nombre de una pequeña aldea cerca de Bremen).
La exposición comprende 62 obras originales, 19 fotografías y 3 vitrinas con libros. Se podrá apreciar en el Museo Nacional de Arte del 15 de noviembre al 15 de diciembre. El ingreso es libre.
Modersohn-Becker no toma como modelo el impresionismo y el Jugendstil (modernismo), sino que cree en Cézanne, Van Gogh y Gauguin. Con estos artistas se ve reforzada en su búsqueda por una naturaleza interior. No quiere crear sólo imitaciones. Como consecuencia sus dibujos cuentan con una simplificación de la forma, lo que se ve en ellos mucho más radicalizado que en sus pinturas.
La exposición del Instituto para las Relaciones con el Extranjero – ifa focaliza los dibujos y grabados de la artista. Estos se complementan con obras de los colegas de Worpswede, y asimismo con dibujos de Otto Modersohn y gráficas de Hans am Ende, Fritz Mackensee, Fritz Overbeck y Heinrich Vogler de los años 1895 hasta 1905.
