(La exposición esta abierta desde el 1 de diciembre en la Galería de la Academia Nacional de Bellas Artes c. Rosendo Gutiérrez.)
Recuperar la memoria y la obra de los artistas no es algo frecuente en nuestro medio, sobre todo cuando se trata de un arte diferente al que tradicionalmente se ha realizado en Bolivia. Por ello cuando se abrió la posibilidad de que Hivos pudiera apoyar propuestas sobre arte contemporáneo, me puse inmediatamente a explorar en el tiempo hasta encontrar esos años tan hermosos y a la vez tan difíciles en los que un grupo de artistas jóvenes nos propusimos tantas utopías.
Así surgió el proyecto de los Años Ácidos, para rescatar una abundante producción de cortometrajes, poesía, pinturas, dibujos, fotografías, collages, obras de teatro que reflejaban una manera muy distinta de percibir la realidad y de expresarla.
No quiero teorizar al respecto, ni entrar en discusiones estériles sobre la naturaleza de éstas expresiones artísticas, si fueron contemporáneas, experimentales o post modernas. Lo importante es que tuvieron una fuerza, una originalidad y un contenido que no se han repetido en los años posteriores.
Es reconfortante que Fundaciones como Hivos permitan sacar hasta la superficie de nuestra desmemoriada sociedad estas expresiones artísticas tan valiosas, esperando que las nuevas generaciones asimilen lo que se produjo con escasos medios y casi ninguna tecnología, porque cuando existe creatividad y contenidos auténticos los envoltorios son lo de menos.
Es necesario remarcar que en los años setenta y ochenta hubo en La Paz varios grupos de artistas y escritores cuya producción se plasmó en una diversidad de obras y en numerosas revistas, libros y todo género de publicaciones. Abarcar toda esa producción es un desafío muy ambicioso y no es la intención del presente trabajo, en estas páginas nos vamos a concentrar solamente en recuperar la obra y memoria de uno de los grupos que surgió y se desarrolló en el barrio bohemio de Sopocachi de la ciudad de La Paz.
A MANERA DE CONCLUSION
El arte de una generación diferente… He quedado sorprendido una vez más al hacer esta recapitulación de dos décadas tan prolíficas. Al visitar y entrevistar a los testigos y a los protagonistas de esos años ácidos, queda claro que fue una generación y una producción artística que marcó una huella profunda; aunque al no pertenecer a la cultura oficial ni gozar de muchas simpatías ni padrinazgos, gran parte del arte que hemos resumido en estas páginas no ha sido ni suficientemente difundido ni reconocido en su verdadera dimensión.
Se hizo lo que se sentía y se llegó hasta donde la imaginación desbordante lo permitía, con autenticidad y a veces con ingenuidad, pero nunca con mala fe o guiados por ambiciones mezquinas. Lo vivido pertenece a cada uno y una, pero el arte queda para todos y todas, para los que fueron partícipes o simplemente observadores y sobre todo para aquellos cerebros y corazones ansiosos que existen en las nuevas generaciones pese a tanta banalidad y consumismo. Hubo algunos momentos en que se tuvo la impresión de que en ese quehacer tan libre estábamos perdiendo parte de nuestro tiempo, pero al llegar a éstas páginas finales del catálogo estoy convencido de que valió la pena y que volveríamos a hacerlo si se diera el caso.
El arte de una generación diferente, sin rótulos pero evidentemente vanguardista, que exploró nuevos lenguajes para decir verdades a veces muy simples sin enredarse en verborragia ni en teorizaciones vanas. Poesía clara y contundente, cine de búsqueda y verdaderamente experimental, pintura de ideas y no solamente de apariencias, conjunción de disciplinas e indisciplinas artísticas; libertad en los géneros, los soportes, los medios, para decir lo que había que decir en esos años turbulentos, con una proyección universal sin perder el compromiso con la realidad más próxima.
Juntando todas esas obras se llenarían varias salas de exposición y se podría imprimir varios tomos con todo lo que se escribió a mano ó tecleando esas preciosas máquinas que nos acompañaban en amaneceres de pura poesía y filosofía. Por ello este resumen no pretende ser exhaustivo sino ante todo reivindicativo para que el polvo de la superficialidad y la demagogia en que vivimos no impidan recuperar y apreciar una producción única en su diversidad.
Conclusiones pueden haber muchas más sobre esos años ácidos, pero quisiera resaltar la lucha creativa de esa generación por todas las libertades, por ampliarlas cada vez más, porque una sociedad mejor no es aquella donde se hacen más leyes para llenar las cárceles sino la que es capaz de promover la máxima tolerancia y el mayor respeto mutuo para una verdadera convivencia civilizada y no civilisiada como malentienden algunos.
La Paz, noviembre 2010