(Escuche la entrevista de Palabras Más a Cristian Mercado y Soledad Ardaya)
¿Qué es el deseo? Erige el sentido tan sólo para desmoronarlo. No son los vestiditos miriñaque, bastidores de las actrices, dentro de los que desarma una intimidad vacía en la burbuja del teatro.
Tampoco es la alta contra la baja, dualidad de un mundo blanco negro. Sentadas en tronos de plástico que hacen resbalar por el escenario; no son los extraños regalos que reciben enviados a explorar las reacciones de las ratonas de laboratorio.
Las narcisas, la una el deseo de la otra, no están para divertir a los espectadores con los ejercicios y las gracias del teatro que emula el teatro, jugando a las tareas payasas para fingir el sentido. Es más bien el desconcierto, lo que se pone en escena. Ruborizando lo indibujable, es la intuición del vacío. Las muñecas envueltas en celofán girando sobre su propia orbita, tratan de hacer algo, sin poder hacer nada. Autistas que nada atrapan salvo las miradas voladoras del público, son, la una de la otra, espejos de cámara oscura.
Bonitas es una muestra poco usual del mal llamado teatro del absurdo estirandose al deseo. El protagonista es el acusado vacio, el pozo negro donde pescan las buseadoras sumergidas en el líquido amniótico, en la plástica bolsa uterina de la realidad. Bordeando palabras, ignorantes ignoradas, juguetonas, Bonitas da vida a curiosos objetos del sentido, por breves minutos. Descubren quizás, antes del vertiginoso olvido, el engaño transformista; que el lenguaje revela el vacio y el desplazamiento del referente, que al cambiar el nombre, al volver a nombrar las cosas, los objetos se trastocan y el significado se pierde. El reducido universo de paradojas es al fin y al cabo, capricho, egoísmo, afán, apetencia, rechinamiento de las Bonitas. El desobediente acto de dar sentido al mundo pasa por un árbol sin nombre, y termina en un consolador, al que livianamente se trata de domesticar como lenitivo, sedativo, aparato portador del ansia.
Sin respuesta como corresponde al eco, Bonitas no tiene un final, termina como empieza. Termina repitiendo tan sólo la forma, el gesto vacio, el fingimiento sin sonido, despidiendo al público…. Como corresponde al eco y no al efecto o a su causa, Bonitas no tiene un final, acaba como empieza repitiendo la forma sin sonido, despidiendo al público. Como corresponde al eco y su causa, Bonitas resume repitiendo el gesto impalpable, su fingimiento despidiendo al público.