Viejos tiempos, viejos recuerdos, viejos que son padres, viejos que son jóvenes… alusión al pasado. Basada en el cuento “Carretera” de Rodrigo Hasbún, Los viejos toma de éste sólo la idea principal: dos primos que son separados por haberse enamorado. Desde este detonante, la película, sin lugar a dudas, posee escritura propia.
Los viejos tiene como trasfondo las dictaduras que se muestran a través de imágenes y sonidos de archivo (como el discurso de Luis Arce Gómez que se escucha de fondo en uno de los planos). Esto tal vez aporte como plataforma histórica de los personajes para entrar en cuenta de cómo este suceso pudo haber afectado en su manera de ser. Pero al mismo tiempo, este telón político se cruza con la historia familiar de Toño y Ana. Toño, pues, regresa luego de varios años a su hogar en el sur del país después de haber tenido una historia de amor con su prima Ana. Este romance le cuesta el exilio dictado por su tío Mario, quien se hacía cargo del muchacho tras la desaparición de sus padres en manos del gobierno de García Meza. El film nos muestra, entonces, que no sólo en época dictatorial el incumplimiento de las leyes es castigado.
Sonidos de la naturaleza. Silencio interpersonal. Diálogo de interioridades. Los espíritus no necesitan de las palabras para comunicarse. La represión política se desplaza, en tiempos actuales, a la represión familiar. Las leyes políticas se trasladan a leyes sociales y morales: y es que no es bien visto que un par de primos formen pareja.
Imágenes que muestran el presente del contexto, pero al mismo tiempo el pasado proyectado en los rostros y en las actitudes de los personajes a través de primeros planos. La fotografía, por eso, llega a reproducir ese aire nostálgico de lo que se siente perdido. Esa pérdida que parece estar en el reflejo de imágenes distorsionadas por el tiempo que se proyectan sobre vidrios, sobre charcos… imágenes distorsionadas que reflejan el alma de los personajes.
Por su parte, la cámara se vuelve como un personaje más a manera de testigo, cámara que se mueve en travelling en acompañamiento a los personajes. De esa forma, una de las imágenes más conmovedoras que nos muestra esta cámara-testigo es cuando Ana entra al cuarto de su padre al amanecer. Apaga la televisión que se había quedado encendida y se apoya sobre el pecho del viejo enfermo y cansado. Una lágrima rueda por la mejilla del anciano. Lágrima, quizá, de arrepentimiento por haber obligado a su hija a vivir una vida que no quería tener: la experiencia de ser madre soltera.
Pero como el viejo está muy enfermo, un día de esos fallece. Una vez muerto el tío Mario, la figura del autoritarismo desaparece por inercia. La defunción es sufrida por Ana, sufrimiento por el hecho de ser su hija por un lado, pero también por una suerte de culpa al sentirse liberada de la opresión.
Así, Los viejos termina con Toño, Ana y el niño sobre una moto en la carretera… termina con una canción de Los Ronisch que relata la historia personal de ambos… con un sentirse libres como el viento.