El cine nórdico siempre ha dado estupendos realizadores, ya en el periodo mudo la fuerza que tenían los escenarios en los títulos de Sjostrom y Stiller ejercieron una enorme influencia, apreciadas posteriormente en varios de los trabajos de autores como este gran maestro del cine europeo, Ingmar Bergman, quien actualmente se encuentra en la Fundación Cinemateca Boliviana con 2 joyas de la cinematografía mundial, como “El Séptimo sello, además de Gritos y susurros”, en funciones de vermouth 16:30, tanda 19:00 y noche 21:15 en la sala Renzo Cotta.
Una muestra cinematográfica para no perderse en la Cinemateca Boliviana, dentro el marco de directores destacados de la A a la Z, para este año se pretende proyectar películas que muchas veces nunca tuvimos la opción de observar.
En el séptimo sello, su obra más conocida a nivel mundial, Bergman narra la vuelta a casa de un caballero medieval y su escudero tras combatir en las Cruzadas, encontrándose en su camino con un paisaje devastado por la peste y el fanatismo religioso.
Por otro lado en la película Gritos y Susurros de 1973, Bergman nos cuenta una historia entre María y Karin dos hermanas que acuden a la casa familiar para acompañar a su otra hermana, Agnes, que agoniza a causa de un cáncer de útero. Agnes ha llevado una vida sencilla y sigue soltera, viviendo en la casa de sus padres tras la muerte de éstos. Se interesa por el arte y la religión, confesándole sus inquietudes al pastor luterano Isak y a su propio diario. Además cuenta con los cuidados de su sirvienta, Anna, una mujer que tras sufrir la muerte de su hija, vuelca sus esperanzas en Dios y desarrolla un estrecho vínculo afectivo con su ama. Las tres hermanas habían estado muy unidas durante la infancia pero han ido perdiendo el contacto y la capacidad de demostrarse cariño.
A lo largo de la película se descubren también las personalidades de María y Karin. Mientras que Karin sufre por encontrarse atrapada en un matrimonio que ella misma desprecia, María parece una mujer superficial y caprichosa que no tiene inconveniente en traspasar los límites morales impuestos ni se preocupa verdaderamente por quienes la rodean.
Ingman Bergman en 1960 fue ganador de su primer premio Oscar con la película, El manantial de la doncella, como mejor película de habla no inglesa, y Como un espejo 1961, posteriormente gano otro premio Óscar, con la película Fanny y Alexander de 1983.
Ingmar Bergman escribe y dirige en su habitual estilo teatral, una lúgubre obra plagada de filosofía, teología y pensamiento crítico frente al dilema existencial que supone el fin de nuestras vidas, un momento de reflexión y de análisis frente a lo que se hizo o no se hizo en vida, y que al final, más vale olvidar, con el fin de no sufrir de añoranza cuando se llegue a la única seguridad que cada persona tiene en esta vida, que pronto todos y cada uno de nosotros hemos de morir.
Ingmar Bergman cineasta, guionista y escritor sueco, tanto de obras de teatro como de cine. Considerado uno de los directores de cine clave de la segunda mitad del siglo XX, para muchos es el director más importante de la cinematografía mundial.
Biografía
Segundo hijo de un pastor luterano, Erik, y de Karin Åkerblom nació en Uppsala. El mundo metafísico de la religión influyó tanto en su niñez como en su adolescencia, su educación estuvo basada en los conceptos luteranos de "pecado, confesión, castigo, perdón y redención". «Casi toda nuestra educación estuvo basada en conceptos como pecado, confesión, castigo, perdón y misericordia, factores concretos en las relaciones entre padres e hijos, y con Dios», escribe en sus memorias. Muchas de sus obras están inspiradas en esas relaciones. «Los castigos eran algo completamente natural, algo que jamás se cuestionaba. A veces eran rápidos y sencillos como bofetadas y azotes en las nalgas, pero también podían adoptar formas muy sofisticadas, perfeccionadas a lo largo de generaciones».
El ritual del castigo y otras anécdotas de su infancia aparecen escenificadas en una de sus mejores películas, Fanny y Alexander, donde Alexander es un niño de 10 años que tiene muchas cosas en común con el pequeño Bergman.
Progresivamente el joven Bergman buscó la forma de encauzar sus propios sentimientos y creencias independizándose cada vez más de los valores paternos a fin de buscar su propia identidad espiritual, pero, a lo largo de su vida, Bergman siempre mantuvo un canal abierto con su infancia.
A partir de los trece años estudió bachillerato en una escuela privada de Estocolmo, para luego licenciarse en Letras e Historia del Arte en la Universidad. Durante los años de la Segunda Guerra Mundial, ya distanciado de su familia, inició su carrera como ayudante de dirección en el Teatro de la Ópera Real de Estocolmo. Afortunadamente encontró en el teatro, y luego en el cine, los dos medios más apropiados para expresar su complejo mundo interior y su potencial creativo. No obstante, las imágenes y valores de su niñez que lo seguirían por el resto de su vida y la proximidad con el quehacer de su padre, lo habían sumergido en las cuestiones metafísicas: Dios, el Demonio, la muerte, la vida, el dolor y el amor.
El director falleció el 30 de julio de 2007 a los 89 años en la isla de Faro, a la que se había retirado, el mismo día que falleció el director italiano Michelangelo Antonioni.