Ciclo Mujer y Migración

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El Cine Teatro Municipal 6 de Agosto abre sus puertas a la temporada 2011, con el ciclo de cine denominado “Mujer y Migración”. Para la semana del 15 al 20 de febrero, el drama psicológico “Hace mucho que te quiero”, producción francesa dirigida por Philippe Claudel y musicalizada por Jean-Louis Aubert.  Se proyectarán en funciones de tanda a las 19:30 y noche desde las 21:30. Las entradas tendrán un costo de 5 y 10 bolivianos, con la opción de apreciarlas en 2×1 los días miércoles como promoción.

 

Nominada como Mejor Película de habla no inglesa y Mejor Actriz en los Globos de Oro de 2008 y con tres nominaciones en los premios británicos Bafta del mismo año, la cinta fue dirigida por el cineasta Philippe Claudel y musicalizada por Jean-Louis Aubert. En ésta, intervienen actores como Scott Thomas, Elsa Zylberstein, Serge Hazanavicius, Lise Ségur, Olivier Cruveiller y Souad Mouchrik, entre otros.

El drama psicológico narra la historia de Juliette, una mujer que después de pasar quince años en la cárcel y no tener contacto alguno con su familia que la rechazó, es recibida por su hermana menor, Léa, quien junto con la compañía de sus dos hijas y su esposo, comienzan a reconstruir la confianza y una relación de hermandad que estuvo distante por mucho tiempo. (OMC)

 CRITICA

Hace mucho que te quiero es la primera película como realizador del escritor francés Philippe Claudel. Encabezada por la excepcional Kristin Scott Thomas en su papel fantasmal de Juliette, se ha llevado el premio del jurado en el último festival de Berlín. Hace mucho que te quiero es desgarradoramente emotiva. Habla de silencios y de sombras, de la reclusión, impuesta y voluntaria, que Claudel consigue filmar respetuosamente, encuadrando, por ejemplo, el rostro desnudo de su protagonista, pero también del renacer de Juliette tras 15 años de cárcel.

Nancy, ciudad de La Lorena francesa. Juliette espera en la cafetería, transparente, ausente del mundo y ajena a éste. Su ropa no cuadra, es demasiado anticuada. Acaba de llegar. Su cara, sin embargo, no transmite impaciencia, curiosidad, sino castigo: hace lo que se le ha dicho que debía hacer. Los servicios sociales han contactado a su hermana Léa (Elsa Zylberstein), capaz de pasar de la sonrisa al torrente de lágrimas en un abrir y cerrar de ojos. El reencuentro es el de dos extrañas. Han pasado 15 años, sin visitas, cumpliendo un castigo que lleva grabado en la mirada vacía, una pena impuesta pero aceptada, que ella considera merecida.

Poco a poco se van desenterrando los recuerdos de niñas, de la hermana mayor, Juliette, cuidando de la pequeña, de la complicidad que abruptamente quedó amputada cuando su familia la repudió. Léa acabó creciendo como si fuese hija única. El padre ha muerto hace ya tiempo, la madre padece Alzheimer y permanece recluida en una residencia especializada. La descripción meticulosa, fina, delicada de la evolución de ambas y de cada una por separado es perturbadora. Probablemente tanto Kristin Scott Thomas como Zylberstein tienen aquí sus mejores papeles, sin duda, los más íntimos.

Comienza un aprendizaje difícil de comunicación, un abandono del mutismo prolongado, la espera paciente de Léa. Philippe Claudel rinde homenaje a la fuerza sorprendente de las mujeres, a su capacidad de reconstruirse a pesar del dolor y la desconfianza. Una recuperación lenta pero firme. De nuevo, una paulatina eclosión de la vida frente a la resistencia y la inercia de la claudicación. Mientras, el secreto está en el aire y no se pronuncian palabras, el film cautiva. Juliette parece haber cometido el peor de los crímenes.

Y, sin embargo, es en el momento de la explicación cuando a esta película se le puede reprochar la obligación de satisfacer lo socialmente entendible. El porqué, predecible al final, necesita ser comprendido como si no pudiese existir lo inexplicable, lo anormal, o no pudiésemos enfrentarnos cara a cara con lo ignominioso una vez que los personajes y el espectador acceden a conceder la redención después de la pena cumplida. La explicación dolorosa pero lógica, que permite excusar al culpable. Aún así, esta decepción no borra el magnífico debut del realizador, ni el bello y conmovedor trabajo de sus actrices.

Por Eva Pereiro López (2008)

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