El día 27 se estrena en la Cinemateca Boliviana mi primer largometraje, Campo de Batalla. La película se rodó en diciembre de 2008 y dos años después llega por fin al público de La Paz. La ciudad donde se rodó íntegramente. La historia de la película es simple, un grupo de cinco mujeres permanece atrapado en un modesto salón de belleza debido a una barricada que bloquea la puerta durante una revuelta social. A medida que pasa el tiempo, las diferencias entre ellas convierten al salón de belleza en un auténtico campo de batalla de discusiones familiares, políticas, sociales y femeninas. La película tiene algo de folklórica y un toque de ingenuidad en su imperfección y falta de pretensión que la hace entrañable y auténtica. Es una película colorida y algo teatral, el colorido lo aportan las actrices con su picardía, vivacidad y cinismo para apuñalarse con indefensas palabras llenas de retranca. Habiendo estado presente en proyecciones de la película en varios de los festivales donde se ha proyectado, algo que no fallaba nunca eran los incondicionales espectadores que se reían a carcajadas.
Cuando se proyectó en el festival de Triestre, en Italia, donde participaba en una competición oficial, estaba preocupada porque el director del jurado era el cantautor argentino León Gieco, el creador de esa canción protesta de los 70 y ahora un himno contra la guerra Sólo le pido a Dios. En Campo de Batalla, los personajes cantan esa canción para pasar el rato y siendo ésta una película con presupuesto ínfimo, no existente para la posproducción, promoción, distribución, etcétera, pensé que León Gieco tenía todo el derecho de llevarme a la corte, pero siendo León Gieco el ser humano que es, me felicitó riéndose al acordarse de momentos de la película. ¿Derechos de autor? Para Bolivia lo que sea, dijo. Ah, Bolivia.
Bolivia fue el país con que conecté tan bien durante mi estancia en La Paz, el país siempre ha estado presente en mi vida al ser mi padre paceño y gran amante de su país, historia, sociedad, cultura, y rodar esta película aquí fue devolverme una parte de mí dormida en la distancia de dos continentes. Llegué y fue como si toda mi vida yo hubiese estado aquí, como si las calles que pisaba por primera vez fueran calles donde yo ya había jugado de niña, como si de algún modo yo hubiese nacido aquí en espíritu y alma, y de cuerpo presente en España. Me sentía en casa. Una casa cómoda y hermosa de la que no quieres irte. Una casa a la que sólo deseas regresar cuando te vas. Campo de Batalla me ha dado la fuerza interior de saber que todo en esta vida es posible, que si alguien tiene un sueño o una meta, el espíritu de la voluntad y las ideas, es más poderoso que la falta de recursos o el dinero, o como decía Gandhi: “Si tengo la creencia de que puedo hacerlo, he de adquirir la capacidad para hacerlo, incluso si no la tengo desde el principio”.
Peiodico Cambio
23- 1- 2011