La metáfora por donde circula esta película Koreana de Soo-il Jeon se puede encontrar en una escena que dura pocos segundos. El artista es como un ave que intenta volar, escaparse de la atadura terrestre, extender sus alas y elevarse. Pero se encuentra atrapado por un entorno hostil, barro que se le pega a las alas y hace que el escape sea imposible.
En esta cinta, el ave atrapada, el artista, es un profesor de cine que intenta realizar su propia película sobre el vuelo de las aves. Obsesionado con una escena infantil, su recuerdo quizás, de un nido en una casa en ruinas intenta alejarse de su vida cotidiana, de la realidad de dar clases, de relacionarse con otras personas, pero todo esto lo aferra a la tierra. Él mismo se encuentra perdido sin saber hacia dónde dirigirse: alcohólico, confundido. Su propio cuerpo parece un signo de interrogación con su espalda encorvada caminando bajo los efectos del alcohol.
Pero la vida que se aferra a los personajes es más que las relaciones, los compromisos y las obligaciones. El propio organismo humano parece que se pone en contra y vemos a personajes en el baño, realizando sus necesidades, vomitando escupiendo y durmiendo. La limpieza, la ducha, el afeitarse cotidiano, el dormir, todo parece que es un obstáculo para el creador y por lo tanto es fútil.
Los escenarios son hostiles y duros, los personajes parecen perderse en estos espacios amplios a medio camino entre lo interior y lo exterior que los absorbe, los devora. Las aves son el único momento de libertad, pero sólo están presentes en libros o disecadas en museos. Cuando quiere ir a verlas en realidad le dicen que con el río contaminado las aves ya no regresan.
El titulo de la cinta nos revela el misterio: "el pájaro que se detiene en el aire". Un ave no puede detenerse en el aire o cae y muere. Un ave tiene que seguir moviéndose para sobrevivir al igual que los hombres tienen que seguir viviendo para crear.
El único lugar donde podríamos ver a un ave detenida en el aire sería en el cine. Aquí el vuelo del pájaro es una serie de imágenes de un ave detenida que nos da la ilusión de realidad. De la misma manera, esta serie de escenas cotidianas casi estáticas, de movimientos lentos no son más que una serie de fotografías que al verlas en conjunto nos dan la impresión de realidad.
En un momento de la cinta una alumna recuerda la enseñanza de su maestro: que la realidad en el cine tiene que imitar a la realidad del mundo exterior. Es por eso las largas escenas con mínimo de movimiento, casi sin edición alguna, simulan la realidad. El director intenta mostrarnos aquí la construcción de esta ave detenida en vuelo. Las múltiples escenas que simulan el vuelo.
Y aquí regresamos a la metáfora original. El personaje está obsesionado con el vuelo de las aves, el vuelo de las aves como creación artística. Pero la cinta es una dura crítica a la producción cinematográfica en un mundo contaminado, donde sólo las películas de acción y fuegos artificiales triunfan, donde los jóvenes cineastas tienen más interés en participar en los festivales de cine que en realizar una buena película, y donde la realidad no tiene que interponerse en la historia.
Rompiendo con las reglas del cine actual, el director es una figura rebelde que se niega a seguir otras tendencias y se refugia en una narración mínima, en unos escenarios difíciles, en unos encuadres simples. Aquí la narración está controlada al extremo y la realidad, cruda, dura, aburrida o fea es la que se encuentra presente haciendo preguntarse al espectador sobre la línea que separa a la realidad de la creación artística.
Al final, cuando el director se marcha podemos escuchar el ruido de las aves. El espacio termina por devorar al personaje, pero las aves han regresado.