Escríbeme postales a Copacabana, es una refrescante propuesta cinematográfica estrenada este miércoles 30 de septiembre en la Cinemateca Boliviana. Se trata de una coproducción germano-boliviana, que impresiona por la calidad de la fotografía. El director Alemán, Thomas Krönthaler, expone una obra centrada en la vida de mujeres en el lago Titicaca. Curiosamente recientemente también se presentaron El Regalo de la Pachamama, dirigida por el cineasta japonés Toshifumi Matsushita, film que narra el viaje de un niño de Uyuni acompañando a su padre por la ruta de la sal, y el documental Detrás de las máscaras de los Suizos Helena y Daniel Luthi, explorando el submundo de los lustras de La Paz.
Evidentemente nuestra polisémica Bolivia acrecienta el interés de otros colonizadores de la imagen, y es rescatable la identificación de estos viajantes con nuestra cultura, adhesión que no siempre se dio en el pasado. Escríbeme Postales a Copacabana sobresale también por plantear la atmósfera de una nueva sociedad mestiza, con un fluido intercambio intercultural abierto al mundo, donde se crean profundos lazos afectivos que hibridan la sangre. Si algo se puede reprochar al novedoso film es la rigidez en la interpretación de algunos diálogos, afectando el papel de los actores, y desequilibrando su verosimilitud. Seguramente este es el precio de las dificultades de traducción de idiomas, y comunicación entre el equipo y el director alemán con los actores y el equipo boliviano.
Como su nombre expresa, la cinta recurre al lugar común de la postal turística, demostrando que no es necesaria la complejidad para lograr profundidad. Sin embargo la película sorprende, por su proximidad a los códigos del realismo mágico latinoamericano; costumbrismo que en este caso es revestimiento de arquetipos universales en otras culturas, y que permite reunir un santo con un equeco, o incluso establecer un diálogo natural entre mitos bávaros y andinos. En esta película "el fin del mundo" puede ser "el centro del mundo". Con este grado de ficción se aborda una modernidad poco imaginada antes en la tradicional Copacabana.
Escríbeme Postales a Copacabana es, por otra parte una película “de mujeres”, como lo es, en otro contexto Di buen Dia Papá de Fernando Vargas, donde se narra la vida de tres generaciones de mujeres en torno al mito del Ché; y también Zona Zur, que en palabras de su director Juan Carlos Valdivia, expresa la fuerza de un matriarcado boliviano que permite el machismo. Sin embargo en Postales a Copacabana la atención de la prensa cae en la actriz Karla Ortiz, que no encajaba en su personaje por el tema de edad, y que tuvo que subir cinco kilos para el rodaje: “El reto estuvo en identificarse con la relación de madre, y hacer la conexión interna, la frustración de la mujer de querer hacer una vida por ser jóven y tener otras responsabilidades para ser una buena madre”, señalaba la bien dotada actriz que desempeño una de las mejores actuaciones en la película.
A cotinuación, el comentario del productor Paolo Agazzi en torno al proceso de la película y los desafios de este trabajo estrenado hace tres semanas en Alemania con muy buenas críticas:
“Antes venían extranjeros y proyectaban una visión de Bolivia muy cuestionable, en esta película hay mucho respeto por lo que es la cultura y la idiosincrasia (…) Esta es una película de mujeres, inusual en una película boliviana que siempre ha privilegiado al personaje masculino. Será casualidad o será porque la autora de la novela que es la base de esta película y que también ha hecho la adaptación al guión, Stefanie Kremser,es una mujer. (…)El proyecto es inusual porque no es la coproducción típica donde una productora extranjera trabaja, hay dos escenas filmadas en Alemania. La opción era la de filmar en el idioma del lugar donde se realizaba la historia, es decir en español. Cuando una coproducción participa en los festivales tiene que ir con el idioma original del lugar donde se filmó, con subtítulos en otros idiomas. Y en Alemania hay dos versiones, en original y con doblaje, al alemán. En Europa todas las películas se doblan. El director no hablaba el español, tuvo que dirigir a los actores con un intérprete, había además problemas de lenguaje, porque estamos hablando de una producción europea donde tienen otro estilo de trabajo, se filmó durante dos meses entre Copacabana y Sorata, evidentemente se tuvo al comienzo problemas de comunicación.
La fotografía es espectacular, hace mucho tiempo que no se filmaba en Bolivia en 35 mm, la última película que se filmó así fue Los Ángeles no Creen en Dios, que era súper 16 que fue ampliada a 35. Las últimas películas que se han visto fueron grabadas en video y luego algunas pasadas al cine y otras proyectadas. Filmar en 35 es totalmente diferente es un acercamiento, una forma de trabajar muy diferente, cada centímetro cada metro de película impresa cuesta muchísimo dinero, el 35 mm sigue siendo el formato profesional que se usa en la industria cinematográfica en Europa y en Estados Unidos. Somos nosotros en Bolivia que por motivos económicos estamos filmando en digital o en super 16, lo cual no quiere decir mucho hay pésimas películas filmadas en 35 mm y hay excelentes películas grabadas en video pero la forma de trabajar es muy diferente.
Respecto a la propuesta yo creo que la película se la puede interpretar de varias maneras es muy alegórica en muchos aspectos, hay realismo mágico algo de realismo inclusive porque la cotidianidad de las situaciones están hechas en forma realista. También hay una especie de homenaje a la telenovela, no es casual que se muestre un pedazo de telenovela en la película que hicimos acá, creo que Aleteo de Pasiones o algo así, yo creo que inclusive la relación del personaje de Rosa tiene ese enfoque esa historia. Es la visión que tienen afuera, Latinoamérica es la patria es el lugar de las telenovelas. A mí me gusta la lectura alegórica: Son tres generaciones la abuela que esta por morir, la madre que es el personaje más conflictivo porque está en una edad en la que lucha intentando rehacer su vida, la menor la niña que lucha por empezar a volar y hacer su vida. Hay toda una alegoría: los zapatos del abuelo, los patos que no pueden volar y la niña que quiere volar con sus propias alas, y la abuela le dice: este chico te ha regalado alitas; es todo un discurso sobre el deseo de superarse. Es una historia de solidaridad y soledad de las tres mujeres.”