Charlando sobre GUERRILLA

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El jueves pasado, 4 de junio, una treintena de personas (entre la audiencia, Luis Bredow) se reunieron en el cineclub “Luis Espinal” de la Cinemateca Boliviana para charlar sobre Guerrilla de Steven Soderbergh. Las discusiones entre dos historiadores (general Luis Fernando Sánchez Guzmán, de la Academia Boliviana de Historia Militar y Carlos Soria Galvarro, especialista en el Che) y dos trabajadores del filme (Rodrigo Bellott y Christian Mercado, que hace de Inti Peredo) giraron en torno a la veracidad y el rigor histórico. Se habló poco de cine. Y se discutió más sobre si película estaba demasiado “parcializada” con la versión “ cubana” de la historia. Hay que recordar que la obra es un proyecto personal de Benicio del Toro que comenzó en una charla personal con Aleida Guevara, la mujer del Che.
Incluso se reveló que la propia Aleida pidió eliminar una escena en el corte definitivo que se vió en Cannes: el tiro de gracia que el Che da a los guerrilleros que roban y violan en una casa de campesinos. 
 

1.-Luis Fernando Sánchez Guzmán 

No hay fidelidad histórica en la película. La última parte de la película es la versión del agente de la CIA, Félix Rodríguez. Si se hubiese investigado más, se podría saber porqué el Che subió el río, tal vez buscaba el suicidio.

Una de las falacias de la película es la participación estadounidense. No es cierto. En esa época había tres agentes de la CIA y los rangers solo entraron a la última batalla, en el Yuro. Todos los campesinos colaboraron pues había una acción cívica del Ejército, nunca estuvieron con la guerrilla. Barrientos hablaba quechua como ellos y estaba el pacto militar-campesino. Cuando fue a Pucara a entregar un tractor después, todos los campesinos decían haber colaborado. Los gringos no decidieron la muerte del Che, fue un domingo mientras se jugaba un Bolívar-Wilstermann, en una reunión entre Ovando, Barrientos y Torres.

2.- Carlos Soria Galvarro 

Hay grandes fallas en la parte histórica. Es cierto que hay luz verde para una obra artística pero la película tiene la etiqueta de fidelidad a los hechos. Y tiene grandes y pequeñas fallas, éstas innumerables. Las graves son tres, entre otras: Simeón Cuba, Willy, no está en la escena de la caída y captura del Che  y esto rebaja la participación de los bolivianos; Honorato Rojas no es tan mayor y no es un delator espontáneo sin que sufrió presiones durísimas y chantajes; y la cuestión del Partido Comunista se resuelve como una traición. Monje trató de evitar la llegada del Che, no hubo traición, hubo una dualidad, una ambigüedad, en una actitud típica altoperuana. En éste y otros temas, la película zanja de manera unilateral debates y polémicas que todavía no se han dilucidado. Por ejemplo, el famoso “cuaderno verde” no existe, para mí. Hay una rosadito con apenas tres poemas de Rubén Darío. Taibo decía que tenía el original pero luego cuando publicó en México dijo que eran fotocopias.

3.- Christian Mercado 

La escena de Willy en la caida del Che se borró en la edición. Fue filmada y además están los tiros que se escuchan cuando el Che ya está detenido. A Honorato no se lo retrata como traidor sino como víctima. Todos los actores bolivianos tratamos de cuidar los detalles (como que en Alto Beni no hay minas) pero algunos se pasaron. Pensamos siempre como se iba a ver la película en Bolivia. Para mí el mayor error de dirección fueron los papeles de los militares que son clichés, parecen los malos de una película de narcos mexicanos. Y sobre todo resta fuerza a sus contrincantes. En el estreno en Santa Cruz el general Ayoroa me contó que la moral del ejército era menor al comienzo de la guerrilla pero luego cambió cuando trajeron soldados de la zona que peleaban por su sus muertos. 

 4.- Rodrigo Bellott  

Foucalt nos enseñó que la historia ya no es algo lineal, ininterpretable, atemporal y absoluto. En siete años de documentación se juntó mucho material y mucha verdad absoluta, que se contradecía. En el set estuvieron Benigno y Urbano que venían en días alternos y uno decía una cosa y otro, otra. Luego estaba la directora del Centro de Estudios Guevaristas de La Habana, que también opinaba. Y luego Santiago Guevara, el hijo del Che y Aleida que velaba por los “intereses” de su madre, intentando “rebajar” el papel de Tania.

Hemos aportado lo máximo, he tenido batallas perdidas y ganadas. Llevé a España donde se rodó la parte boliviana de la selva singani y coca. Teníamos a 400 personas allá de la zona de Vallegrande. Propuse a Salvador del Solar para el papel de Barrientos que al final lo hizo Joaquín de Almeida, al cual se lo eligió porque sólo su nombre en el afiche de la película en Francia garantiza un millón de dólares y la película costó 70 millones y hay que recuperar.

Las fallas y errores que se comentan no son tales, son concesiones a favor de una historia entretenida. Y al final, con versiones diferentes, son tomas de decisiones. Incluso familiares de los protagonistas ya muertos cambiaban sus opiniones para favorecer a éstos o cuando sabían quien iba a interpretar. No hay falta de rigor histórico, hay falta de tiempo para contar más cosas y mejor. Y hubo protagonistas que no quisieron hablar con nosotros como Mario Terán y el cura Schwartz (al que se cambió el nombre) que interpreta Matt Damon.

5.- Frases de Soderbergh 

1.- Bellott: “Steven, el frontis de palacio no es el de La Paz”. Soderbergh: “Sí, ya sé, pero esto es una película”.

2.- Bellott: “Honorato tiene tres escenas únicamente en las que tiene que resolver el miedo, el desconocimiento y la angustia, es un pequeño papel muy difícil. Y es joven, pero no tengo a nadie de ese perfil capaz”. Soderbergh: “No te preocupes, contrata al mejor, no al que más se parezca”.

6.- Luis Bredow

Hay que destacar el esfuerzo de todos los bolivianos. Y el esfuerzo de Soderbergh y Benicio del Toro que se preocuparon que las escenas se parecieran a Bolivia. Sólo acá se puede generar estos debates sobre veracidad y versiones pues conocemos la historia. Lo bueno es que se ha generado debate. Hagamos ahora una película boliviana. En mi opinión, hablando de cine, a la segunda parte le sobran quince minutos. Y le falta ritmo. La caída del Che, su derrota, es demasiada larga.

7.- El Che tatuado y Matt Damon

Una escena rodada y cortada fue contada por Mercado. Cuando Inti interpela a los soldados capturados acaba diciéndoles: “si no se quieren unir, entreguen sus armas y sus ropas”. Un soldado, saliéndose del guión, le responde a Inti: “No puedo”. Cuando al final lo hace, tenía un gran Che tatuado en el torso. Por eso no podía.

El boliviano (un señor mayor de Vallegrande) que sale junto a Matt Damon le pregunta al actor de Hollywood, sin reconocerlo: “Y usted joven, ¿a qué se dedica?”. Y Damon: “Soy actor como usted”.

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