Madeinusa de la joven directora Claudia Llosa reedita el deseo de acercarse al hermético mundo de los andes. Sin pretensiones antropológicas se prende de la ficción para crear un pueblo en la Cordillera del Perú llamado Manayaycuna. Abrir la pregunta y no imponerla para suscitar preguntas y construir un universo revelador es sin duda el riesgo al que todos los directores que atrapan este tema se exponen. Así se desenvuelve la historia de Madeiniusa, en el escenario del Tiempo Santo entre Viernes Santo de crucifixión hasta el Domingo de Resurrección, intervalo en el que se narra la vida de un pueblo y una joven.
La espontánea actuación de Magali Solier, Madeinusa, la niña de catorce años que también habla por sus gestos y sus silencios, su belleza en los atuendos de Virgen María como en piel de oveja , nos dejan al menos intuir la ambigüedad de ese mundo en el mundo de los deseos.Las ratas y loa venenos marcan el territorio que el film quiere explorar. Espacio que contrasta abiertamente con Salvador interpretado por Carlos de la Torre con una actuación estereotipada desequilibrando la verosimilitud que se traza tan esforzadamente en el film.
El inventado hombre reloj enganchado en la cruz como una rata rodeado del desgreñado coro de niñas, sumado a la belleza de los cantos andinos tan similares a los nuestros, o los actores naturales que se actúan a sí mismos señalan el oscuro camino en el registro del los deseos. En ese sentido Madeinusa logra resultados especialmente comparada a otras películas andinistas y sus inconscientes afanes paternalistas que pretenden desvirginizar la otredad. Ciertamente hacer próximo a ese otro es una ficción que nos sobrepasa.
La película se atreve tímidamente a introducirnos la callada subjetividad de la joven y sus imprevistos deseos. Como la Virgen María besa al hijo desprendido de la cruz, así besará Madeinusa el cuerpo de su propio padre después de haberlo envenenado como si fuera una rata. Este es el furtivo logro del film más allá de mostrar la devoción a los ritos que marcan las estaciones, la mente y el cuerpo de los habitantes de Manayaycuna. Si bien se ha dicho que la película es tan sólo “un cuento de hadas en escenarios andinos”, el film da otra vestidura al arquetipo volviendo a contar la consabida historia del mito, su sincretismo y su sentido de trascendencia, con el sacrificio y la resurrección de la joven.
La liberación de Madeinusa será lograda singularmente con el asesinato de un padre incestuoso y la crucifixión del joven limeño atrapado o muerto en el pueblo. Inmolación que hace posible el verdadero renacimiento de Madeinusa cambiando lugares con el joven Salvador en la camioneta de El mudo, dirigiéndose a Lima y abrazando sus propias ansias en la muñeca que lleva atados sus cabellos entrelazados a un mechón de los rizos del gringo.
El final inesperado marcado por la rebeldía logra mantener la tensión del eterno conflicto, de la búsqueda de libertad en el errático paisaje de la individualidad. De esta manera un nombre tan impersonal como una etiqueta americana se transforma, por eso recordaremos a Madeinusa en una de las escenas más dulces de la película, el momento en que después de haberse entregado al gringo, bajando sus calzones en su atuendo de Virgen dirige sus jóvenes labios hacia este y repite dos veces su nombre.
Recuerda que continua la V muestra de cine: el programa en La Paz, Cochabamba, Santa Cruz, Sucre.
No te olvides visitar www.palabrasmas.org/nius para ver en video a Vannessa de Britto, Armando Urioste inaugurar este festival de cine, y la nota que hicimos con el director Mexicano Jaime Aparicio.