Yo sé algo animal del lenguaje, cuando hablo, espinas de algarrobo se entran a mi voz. La tierra cuando se mueve es un estruendo, la tierra no se duerme cuando tú te duermes. Un reloj de alambres salpica escarabajos a mis ojos.
Yo no quiero morir de cosas de miedo, de silencios inútiles, de actos de ira. Es que ya han muerto especies más hermosas que sus parpados, y el mundo sigue, la escritura continua, pero pálidos, entre dos paredes, con todo oscuro, siempre hurgamos los panales de la muerte.