Qué nos convoca y nos reúne junto a la sombra que es un abismo. Nos inducen los que aman la palabra y las emociones que despierta. Los hilos del aire que traman imanes, lazos que nos sostienen en el vacío. Afinidades.
En suma la mirada que lee lo que la mirada ha escrito en un tiempo circular. La múltiple mirada que nos pertenece a todos.Todo lo que nos permite mantenernos maravillosamente dormidos, es decir despiertos al poema.
Entonces no podemos negarnos a la sombra, la invitación al poemario. Rodny ilumina tenuemente, una congoja secreta y desconocida. Una visión compartida, presentida, nos reúne. El abismo de la sombra enciende entonces al autor para aguardar el momento justo. Qué encontrará el vistante al poemario. Referiré algunas características de estilo:
La subjetividad de la voz poética, que trasciende y nos compromete a todos.
El silencio de la obra, ¿quién puede resistirse, al maravilloso silencio del poema? El ritmo de la escritura que se detiene contenidamente, espaciadamente, de imagen en imagen.
Ese nomadismo circular, que avanza atándonos y nos envuelve en la obsesión. El autor visita también la temporalidad del Haiku, sus poemas más cortos. La proximidad a ese instante que nos entrega la visión del mundo en tan sólo una imagen.
Un rasgo de Toda Sombra Es Un Abismo es sin duda, los huesos/la carne y la sombra. Dos costados, dos límites, donde la sombra encarna. Leemos : “En una esquina sólo quedan mis huesos blancos/ya he escarbado en la herida buscando sus raíces".
La sombra en este autor tiene cuerpo erótico, sensorial, auditivo: “Rompo mi cuerpo/ al límite del tuyo/ y enmudezco en la gloria de lo inmaterial”. Voluptuosamente en la entrega, en el poema Incendiaria se dice “Siendo como/ un niño/ me perdí en tu vientre (…) Reclamé como mía tu muerte /por mi espada/ Reclamé como tuya mi muerte/ por tu herida”.
Además y en contraste, entre la sombra y el cuerpo, está la ironía. El cuidado con el que el mismo autor “tiñe de negro su sonrisa”. La escritura marca un hacia arriba, otro goce con el que, a mi modo de ver, se invoca “la columna hacia el cielo raso imposible/ La agonía/ el deseo”.
También está en Rodny el cielo de las influencias en la que la escritura se cobija para celebrarlas: Lipo, del que dice la voz: “besando la luna/quiero morir/ ahogado en el vino/ en el que aún se refleja/ su sonrisa. O Basho : “ aún se leen/ sus poemas/ en las hojas secas / que trae el viento". Incluso en el mítico Jonás al que el poeta de Toda Sombra Es Un Abismo regaña: “pudiste haber sido dueño de tu voluntad/ y de tu castillo flotante/ de huesos”.
La influencia esta en el "me quito el cuerpo", casi a manera saenceana acompañando los gráficos del poemario. En otro poema leemos: “Me quito la palabra/y se ven mis huesos/Me quito cualquier deseo/Y me arrepiento (…) y apareces tú tan tranquila que asustas/ dispuesta a llevarte las sombras de mi muerte”.
La obra despliega una enumeración, repetición, la confrontación del “quizá, pero no”… donde se resuelve una identidad bicéfala, de grupo. El poema donde se enfatiza a manera de certeza, “Quizá vida / quizá muerte/ pero no ausencia”. Pero se desliza otra sombra que no es vacío, y que se desea raíz: la sombra de los Achachilas, el aguayo descolorido, y la madre: “en el cariño de mi madre/ esa piel eterna de donde nacen las flores” dice el poema.
En contrapunto y al ras de esas otras lecturas despiadadas, en dosis homeopáticas, está la ficción del gesto adánico con el que, el poema ADAN1 señala inauguralmente: “vagaré desnudo/ y nombrare las cosas” “los pequeños sortilegios / la palabra”. Confrontado, sin prisa, con el gesto del olvido:“ ya ni la muerte asoma a la puerta/¿será que este olvido todo lo espanta?”.
Asi leo a Rodny entre la gente transitando afuera, comprando o vendiendo los signos del mundo en papel. Mercado de tinta, altura de noche, frio de feria.
Texto leido en la presentación del "Toda Sombra Es Un Abismo", en la Feria de Libro de La Paz, en agosto de 2014.
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