Situación de la crítica en España
“¿Quién necesita a los críticos?” fue el titular de la revista británica Sight and Sound, prestigiosa publicación de crítica cinematográfica, quien se presentó en los kioscos con esta portada hace ya tiempo, en octubre de 2008.
En España, el debate en torno a la importancia de los críticos es algo más reciente pero no por eso menos preocupante. Tres son los puntos que, a juicio de los profesionales que ejercen esta labor en mi país, están minando los sagrados valores de la crítica.
a) La reducción de espacios en los medios generalistas, los más demandados frente a las revistas especializadas, que obstaculiza su labor de manera determinante: es difícil matizar opiniones, elaborar argumentos, contextualizar hallazgos, trazar relaciones o proponer lecturas capaces de sugerir otros puntos de vista. El lenguaje analítico está perdiendo terreno frente al lenguaje más publicitario y directo, de pocas palabras.
b) La aparición generalizada e indiscriminada de una multitud inabarcable de páginas webs, blogs personales y foros de discusión, donde no hay ningún criterio ni cortapisa. Se extiende así la falacia de que todo el mundo puede opinar y hacer crítica de cine, que puede por supuesto, pero que todas las opiniones valen lo mismo, que eso no es verdad. La opinión no puede estar reservada solo a una élite, pero lo que parece claro es que el gusto se educa a base de mucho estudio, conocimiento y experiencia. El crítico es un especialista que se juega mucho al dar sus opiniones.
c) Esa frontera de la que hablábamos ayer, entre el informador y el crítico. Muchos periódicos en España se han saltado al crítico y es el periodista el que hace la doble labor, a veces hay que decirlo, de manera brillante.
d) Por último, esa larga y dura crisis económica que estamos padeciendo en España y muy singularmente en los medios de comunicación, con la crisis del papel, la caída de la publicidad y el descenso de ventas. El papel, un bien escaso y caro, tiende a desaparecer. Solo muy pocos periódicos seguirán existiendo como tal y todo apunta a que posiblemente será en una tableta donde la mayoría leerá la prensa. Pero no hay que ser demasiado agoreros y pensar que Internet puede abrir un millón de magníficas posibilidades. Luego iremos a este punto.
Claves esenciales de una crítica
Frente a tanto augurio negativo, la situación no es tan terrible como la pintan los críticos. En el Primer Congreso de la Crítica, celebrado en Málaga en 2010, se pusieron sobre la mesa estos aspectos citados y otros más.
La crítica, lo primero de todo, debe de ser capaz de dialogar con el lector y el espectador de cine. El espíritu crítico debe de ser la razón de una reflexión frente al poder de la irracionalidad y la búsqueda del conocimiento frente a las emociones. El rol esencial de la crítica es comprender la naturaleza del cine en cada momento histórico y la relación de este con la sociedad de su tiempo. La función de un crítico, tampoco la de un informador, no es promover el éxito comercial de las películas ni tampoco destruirlo, claro. La magia de la crítica es intentar abrir espacios donde el espectador pueda acceder al placer de ver un filme, de saber llegar a aspectos no contemplados por el espectador normal. Todo ello desvelando y transmitiendo al lector las razones de sus reflexiones. Es interesante saber las emociones o los miedos personales que provoca una determinada película a un crítico y más si le conoces por seguir su trayectoria, pero creo que es también imprescindible que ese texto esté acompañado de argumentaciones objetivas.
El crítico, hay pocas mujeres críticas en España, a la hora de abordar su trabajo no debe olvidar que está ante una responsabilidad enorme. No debe nunca menospreciar y sacudir de un plumazo, sin argumentos, ese trabajo tan costoso, en dinero y talento, que es hacer cine. El crítico debe de rebuscar más allá de las pantallas comerciales para descubrir en circuitos paralelos todo aquello que sea audaz, novedoso, valiente y original. Y, sobre todo, llegar a alguna conclusión, que cuando el lector lea su crítica sepa al menos si le ha gustado o no, saber si quiera si la película es buena o mala, si puede resultar interesante o no y porqué.
Como dice uno de los críticos de arte de EL PAÍS, el catedrático Francisco Calvo Serraller, la buena crítica, en general y no solo la cinematográfica, es aquella capaz de incitar la capacidad crítica del lector, tanto en relación con la obra juzgada como con la manera de juzgar que ha tenido el crítico. El lector así también se convierte en crítico del crítico, con argumentos, con razones.
Los medios generalistas y las revistas especializadas
El lector es el que manda, es el objetivo número uno de los periódicos, las radios y las televisiones. El crítico y el informador nunca deben de perderse en las telarañas de los distintos protagonistas, por más importantes y poderosos que sean, que jalonan sus textos. Es lo más honesto del trabajo de un periodista. La humildad es una de sus virtudes. Nunca puede perder de vista que se escribe para el lector, un lector que cada vez se hace más sabio y más numeroso, algo de lo que trataremos en la jornada de mañana.
Lectores hay muchos y de muy diversos gustos, ideologías y pensamientos. No es lo mismo escribir en un medio generalista, como un periódico de información general, que en una revista especializada u otra más académica o trabajar en una televisión. Por ello, el crítico debe de tener muy presente para quien está escribiendo. Son dos universos o niveles.
El lector de un medio generalista es alguien curioso siempre y ávido de información, un espectador de a pie, que requiere reflexiones claras, actuales, pero no por eso banales. Hay otro tipo de lector muy cinéfilo, que exige más y que opta por algo más profundo, más analítico, más técnico. Es un círculo más elitista, profesional o teórico. Eso lo encuentra en las revistas llamadas especializadas y académicas que tienen un lector muy preparado y estudioso: Cahiers du Cinema, España, creada a imagen y semejanza de la publicación francesa y dirigida por un crítico, Carlos Heredero; y Dirigido por.. nacida en 1972 de la mano también de un crítico Edmond Orts. Estas dos publicaciones están especializadas en textos largos, críticas muy profundas y análisis y dossieres sobre los más importantes realizadores del cine mundial. Aquí los actores poca cabida tienen.
En otro nivel, se hallan otras dos revistas dedicadas a la información cinematográfica: Cinemanía, que pertenece al Grupo Prisa, el mismo que edita EL PAÍS, y Fotogramas. Están más en la línea de lo que puede uno encontrar en un periódico a nivel de noticias y críticas. El lector de estas dos publicaciones es el mismo que el del medio generalista, aunque algo más interesado por el cine.
Escribir para uno y otro medio es totalmente diferente. Igual que las informaciones, los críticos de un medio generalista tienen que dar información acerca del director o los actores, profundizando en lo que, en su opinión, va a dar más satisfacciones a los lectores, cómo ese esfuerzo que se exige sobre todo en películas de autor se va incorporando a tu placer, incitar de alguna manera a ello.
Los medios especializados, tipo Cahiers du Cinema, Dirigido por.., el crítico sabe que tiene enfrente a un lector muy preparado y no puede caer en la tentación de minusvalorarle. Hay muchos que tienen un impulso loco por mostrar todo lo que uno sabe. La experiencia enseña que eso no sirve. Uno no puede ponerse por encima de la película pero tampoco por encima del lector.
En televisión, la cosa también varia. Hay espacios para el cine, se dan noticias relacionadas con los estrenos, se cubren los festivales o los grandes premios, pero los programas de cine han desaparecido prácticamente de todas las parrillas. En España, al igual que en Europa, el hecho de que las cadenas de televisión sean los productores principales e imprescindibles para sacar adelante las películas, se produce la paradoja de que esa cadena que está detrás de determinado título lo apoye de manera decidida, con informaciones o espacios publicitarios, y se olvide de aquellos que están relacionados con otras cadenas, independientemente de su calidad.
En TVE, la televisión pública nacional, existe un programa de mucho prestigio Días de cine, que nació en 1991 y que todavía continúa en antena, aunque es víctima de continuos cambios de horarios y de arrojarle en la parrilla a horas intempestivas de la noche. Hay que ser muy cinéfilo para ser público fiel del programa. Es el único programa de una gran televisión en la que se incluye crítica cinematográfica y no solo información.
Lo que está claro es que, a diferencia de la crítica escrita que tiene en la palabra su materia principal y única, la televisión juega con la incorporación de la imagen como ingrediente distintivo e irremplazable y que esa imagen aporta a su vez su propio lenguaje con todas sus consecuencias, su riqueza como objeto plástico y las posibilidades inmensas del montaje. Son generalmente críticas quizás más coloquiales y populares, teniendo en cuenta el medio en el que se realizan.
Las voces de la crítica
Me he permitido hablar con muchos de mis compañeros, tanto de diarios como de revistas o de televisiones, para compartir con ustedes sus variadas y diferentes reflexiones sobre lo que tiene que ser un buen crítico. Los consultados coinciden en muchas de sus ideas.
Mirito Torreiro, profesor de Universidad, crítico en la revista especializada Fotogramas (ejerció su labor durante años en EL PAÍS) y programador de festivales documentales, asegura la crítica es un juego de equilibrios en estado puro. Aquí cita las características, a su juicio, imprescindibles que debe tener un crítico.
a) Ser un omnívoro no solo frente al cine, sino también de la música, el arte, la literatura. Tiene que devorar la cultura, ser un tremendo curioso.
b) Que escriba y que hable bien, algo que no siempre sucede.
c) Un conocedor de la historia del lenguaje cinematográfico
d) Cierta idea de la mesura para no dejarse llevar por grandes disparates
e) Saber fundamentalmente para qué tipo de lector está escribiendo. Quien es su lector real.
f) Ser muy claro
g) No ocultar desde donde hablas, la ideología que tienes, hacerla explícita sin llegar a la arbitrariedad
h) Descubrir lo que está oculto y hacer apuestas claras
Alberto Bermejo es guionista, periodista del programa Días de Cine, de Televisión Española, y crítico en el suplemento de los viernes de El Mundo, Metrópolis. Para Bermejo, estos son los puntos que nunca puede olvidar un crítico
a) Tener profundos conocimientos de historia en todos los campos culturales y políticos. Conocer la historia del cine.
b) Elaborar siempre las críticas en un ejercicio de equilibrio entre los gustos personales de uno y lo que le puede interesar a la gente.
c) Un buen crítico es aquel que ayuda a ver cosas que el espectador no ve fácilmente, que de alguna manera le posibilita otras vías de acceso a la película.
d) Escribir bien, que se le entienda a uno.
e) Saber a qué tipo de lector se dirige
f) En definitiva, enseñar a mirar con ojos más atentos.
Luis Martínez, crítico y periodista de El Mundo, lo primero que señala es que él aprendió, sobre todo, de Ángel Fernández Santos y de otro crítico mítico en EL PAÍS, el crítico taurino Joaquín Vidal.
a) La humildad. Lo importante es acercarse a la película sin colocarse por encima de ella, realizar un esfuerzo de comprensión y sospechar de uno mismo cuando algo no se entiende o te aburre
b) Capacidad de esfuerzo. Lo fácil es despreciar lo que no se entiende o ignora. Es responsabilidad del crítico comprender la película desde dentro (las motivaciones del director y sus exigencias) y desde fuera (su lugar en la historia del cine en particular y de la cultura en general). Y desde ahí juzgarla, dar tu opinión personal, subjetiva pero desde una base objetiva. Ahí está el esfuerzo.
c) Pasión. Parece una tontería pero si no hay pasión no hay mucho que hacer. Un año conté las películas malas que había visto y eran muchísimas mas que las buenas. Así que tienes que amar el cine. De lo contrario no es posible analizarlo y criticarlo.
d) Sentido de la responsabilidad. Un crítico juzga en apenas un folio y medio un trabajo de años que es el esfuerzo de mucha gente. Conviene evitar así la frivolidad.
e) Afán pedagógico. Yo aprendí de Ángel Fernández Santos y Joaquín Vidal. Al primero no solo leían los aficionados al cine y al segundo no solo los aficionados a los toros. Ellos no se limitaban a hacer una crítica, sus artículos eran relatos, realizaban un esfuerzo por contar una historia en cada artículo. Por eso los dos eran tan apreciados por todos.
Martínez trabajó durante años en EL PAÍS y en revistas del Grupo Prisa antes de fichar por El Mundo.
Inma Merino, crítica catalana de dos periódicos que se editan en catalán en Barcelona y Girona, es de las pocas mujeres que se dedican a esta profesión.
a) Una critica debería de contener algo parecido a la definición que Jean Vigo hizo de su película A propos de Nice: un punto de vista documentado. Es decir, una crítica debe de expresar un punto de vista sobre una película, basándose en un conocimiento del medio cinematográfico y de su historia. Por decirlo de otra manera, debe de ser una opinión fundamentada que debe de trascender el mero gusto. Desde ese punto de vista documentado, se trata de considerar los valores formales de una película, su sentido estético, su relación con la tradición, su conformismo o su innovación. Pero tampoco olvidar que mostrar unas imágenes, y no otras, tiene que ver con una elección ética: hay maneras de filmar inmorales.
b) Afirmo el carácter subjetivo de una crítica. No solo considerando que es inevitable (se escribe a partir de una experiencia del mundo, de una determinada sensibilidad, un posicionamiento ideológico y, entre otras cosas, también desde un cuerpo, que en mi caso es el de una mujer que, por ejemplo y espero que sin puritanismo, a veces aún se indigna con la explotación del cuerpo femenino en algunas películas), sino que es un valor o debiera ser un valor. También un ejercicio de libertad al margen de la homogeneidad del gusto que se intenta crear desde la industria audiovisual. Es por este ejercicio de la subjetividad por lo que se ha ido reduciendo el espacio crítico en los medios de comunicación tradicionales. El crítico debe de aprovechar ese espacio que le queda para expresar un criterio no sujeto a imperativos comerciales y a las tendencias dominantes. En cualquier caso, ese ejercicio de subjetividad no debe de ser arrogante, ni autoritaria ni prepotente. Es una subjetividad frágil, que se puede gestionar y poner en duda.
c) El crítico debe de mantener la mente abierta para aceptar, a pesar de su subjetividad, otras maneras de hacer cine. El crítico no debe de hacer preguntas a la película, sino al revés, dejar que esta te haga las preguntas y así te haga pensar.
d) Por último, se ha de escribir una crítica con la conciencia de que se trata de un texto que tiene que tener cierto estilo y, si se puede, cierto valor literario.