La Engañifa

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Presente en la primera puesta en escena de La Engañifa, llevada a cabo en el Teatro de Cámara,  Palabras Más conversa con los involucrados en torno a los  aspectos de una obra que goza de un juego de mantas, un arte político, y el proceso que involucra  el  dilatado engranaje de producción en la obra de teatro. 

Patricia Suarez, la Escritora

AZ: ¿Está satisfecha con la dirección y la puesta en escena de su obra a cargo de Marta Monzón? ¿Cuál cree que ha sido el aporte de esta representación a su obra?
PS: Sí, mi texto lo dicen a la letra, palabra por palabra, pensé que a lo mejor se podían cambiar los  nombres de los personajes para acercarse al público boliviano, conservan los nombres polacos originales que yo les había puesto,  y que pudieron haber tenido estas mujeres en la década del treinta, valió la pena haber venido. (…) Hace diez o nueve meses, que nos escribimos para este proyecto, y fue muy impactante. Nunca había visto, esto de que el público se va, y los artistas siguen actuando, porque es así, uno se va de estos lugares y la vida sigue, estoy muy satisfecha.

MR: ¿Acerca del antisemitismo y la presencia de lo judío en la obra?
PS: Esta trata de blancas la manejaban judíos polacos, y después se tapó mucho en la Argentina porque tenían miedo de que al salir a la luz la mafia que había, acusaran a todos los judíos de tratantes, de mafias, y se exaltara el antisemitismo que la Argentina es un país que lo tiene siempre en el borde, y ahora, recién se está empezando a revisionar, y como a devolverle el nombre a estas personas que han sufrido esta situación, pero sí eran todos judíos, era una comunidad judía. El fragmento final lo toman de una historia de Raquel Liberman, una mujer esclava de esta sociedad, que hace una denuncia, y la policía que está cansada acepta y empieza a hacer caer esta sociedad. Primero le dieron la libertad, ella se puso un negocio, un anticuario,  llega un hombre la seduce, se casa y otra vez  lo mismo, regresa a esta sociedad, en el treinta logra otra vez escaparse. Hoy se la considera como una heroína del feminismo, pero en realidad es una heroína de su propia historia, de tener el valor de hacer una denuncia.

AZ: ¿La denuncia de género es una constante  en su obra?
PS: En realidad si uno lo piensa bien, es una historia de amor y de rivalidad femenina,  porque  además en esos momentos tenía una especial rivalidad femenina.  Gran parte de la obra los personajes se están preguntando cómo darse cuenta de cuando un hombre te ama. Eso me movió, enmarcado en lo que había sido la prostitución y la trata de blancas por supuesto, me daba rabia que se tomara lo que había sido históricamente la prostitución de manera graciosa o chistosa.

AZ: ¿Cuál ha sido tu experiencia en el taller que  dictaste Clínica de Dramaturgia con los investigadores bolivianos?
PS: Yo les daba una técnica, una bibliografía para acompañarlos y  para que siguieran escribiendo. En el taller hubieron treinta personas, a mi me pareció que era mucha gente para un taller de gente que quería escribir. La gente participaba, escribía, pero no era activa en su participación. Fue difícil, yo les pedía una anécdota familiar, un chisme, nada, si fuera en la Argentina, los tienes que detener para que paren de contar, no se les puede detener. Les cuesta también opinar sobre el trabajo de el otro, como si opinar fuera de mala educación, pero es la única manera de ayudar al otro para que vea si en su texto hay o no algo incorrecto.

 

Marta Monzón, la Directora

MR: ¿El reto de interpretar las tres obras en La Engañifa  en presencia de su autora?
MM: Mi especialidad es la dramaturgia, he desarrollado un trabajo sobre la dramaturgia basado en investigación, para mí un texto, es un texto lleno de sentido,  de códigos, de sentimientos, que ha escrito alguien… entonces mi trabajo particular es primero, leer lo que está escrito respetuosa, de la primera palabra a la última, de la autora. En esta obra no hay una coma cambiada. En realidad es una trilogía, que se muestra simultáneamente, con tres directoras diferentes y tres grupos diferentes, algo imposible para mi aquí en La Paz, entonces  opte por esta forma de hacer de los dos, textos el primero y el final, un monólogo, aunque  todas las palabras están en el texto original, porque completan la historia.
La primera parte  de la historia de las polacas, empieza con una casamentera; la segunda es el viaje, que es la parte más importante evidentemente, porque es la parte en la que se prepara a las mujeres supuestamente para esposas pero en realidad para putas, y el final es esta mujer Raquel Liberman (una elección por admiración), que en 1926 hace la primera denuncia y en  1930 logra desmantelar y encarcelar a 107 miembros de la Zwi Migdal.   Para mí esta mujer es la posibilidad de que si hubiera voluntad política, unión de muchas instancias, sí se podría hacer algo contra estas mafias. El hecho es que no hay documentación en Bolivia, sí confidencial donde la información que hay es espeluznante. Cinco mil niños salen hacia la Argentina y regresan mil, y con las mujeres es el doble. El Código Penal habla de la trata y la penaliza ¡Pero no hay una ley sobre!. En el Ministerio de Justicia sólo se tiene un bonito tríptico, en el Defensor del Pueblo, sólo en la jurisdicción de Eduardo Albarracín, se han hecho algunos estudios. En general se tapa, cuando todo el mundo sabe de qué se trata. Es el tercer negocio ilícito mundial después del tráfico de armas, es un negocio monstruoso.

AZ: ¿Cómo llegas a la obra, es el tema el que te impacta o es la  dramaturgia de la autora?
MN: A Patricia Suárez la conozco como autora hará más de diez años que di con ella por casualidad,  textos de ella los trabaje con mis alumnos en Santa Cruz, siempre me atrajo el tema, como directora las últimas obras que he realizado me identifican con la temática de mujeres, actrices autoras y personajes mujeres, me interesan trabajar propuestas que impliquen a mujeres.

 

Claudia Osio, la Actriz

MR: ¿Coméntanos el método y dirección de Marta?
CO: Ha sido una forma nueva de trabajar, con Marta llegamos a una investigación profunda, Marta es una persona muy exigente. Ella utiliza un trabajo con los actores, de equilibrio y desequilibrio, entonces cuando ve que el actor está instalado en el personaje, que se siente cómodo, te lo cambia, te cambia la forma, el lugar de donde tienes que hacerlo, para mantener vivo el personaje constantemente. Tanto Erika como yo, venimos de un teatro muy físico, muy preciso, y de pronto tenemos un director que te pide que rompas eso, un director que te pide que trabajes desde un lado interior, han habido sesiones muy intensas en las que terminamos llorando.

AZ: ¿Cómo se ha trabajado la tensión,  para que no se diluya la correspondencia entre los dos personajes?
CO: La propuesta de dirección era de tensión- sumisión, si todo fuera tenso agota a los personajes, Marta les da una  naturalidad y familiaridad a los personajes, que les permite relacionarse desde otro lugar, para entrar nuevamente en la tensión, eso es interesante.

 

Erika Andia, la Actriz

AZ: ¿Cómo integras este personaje diametralmente diferente a los anteriores en cine con Quién Mató a la Llamita y Campo de Batalla?
EA: Ha sido un reto. Tal como le exprese a Marta, siento que me están encasillando en un tipo de personaje, entonces ella  me dijo: vamos a trabajar uno totalmente diferente. Uno se acostumbra  a cierto tipo de papeles, es un trabajo que me ha costado. (….)Hemos investigado mucho, es la metodología de Marta, hemos leído la mayoría de la las obras de la autora, hemos investigado sobre la autora, en torno a este problema de la  Zwi Migdal, obras históricas que giran en torno al nazismo,  sobre lo que es la trata de mujeres y de niños en la Argentina y en nuestro país. Cuando actúo la última escena me pongo a pensar en todas las historias que he leído, (también hemos tenido contacto con mujeres que trabajan en prostíbulos), todo eso es una carga emocional y de información que como actriz tengo que trasmitir. (…) El cine y el teatro , son dos aéreas que me gustan, son más de 15 años que hago teatro con Teatro Duende, con David Mondaca, con Teatro de los Andes mi formación es básicamente teatral.

MR: ¿Cómo se pasa de la comedia al drama?
EA: Es intenso, es lo que más rescato de la dirección de Marta, en otros trabajos me costaba llegar a llorar, toda mi investigación ya se quedo en mi, entonces  escucho los acordes de la música que ha compuesto Pablo Huáscar, y ya es entrar en el espíritu de Raquel Liberman, yo me considero principalmente una actriz dramática.

AZ: ¿Cómo crees introducir temáticas de denuncia de género en el arte y no volverlo arte panfletario y sí un arte político?
EA: Nos hemos basado en Raquel Liberman que ha denunciado a la Zwi Migdal, Marta ha tenido mucho cuidado en que no se vuelva panfleto, me decía tu sola presencia ya es parte, así que no hay que decir muchas cosas, tampoco es un texto definido, yo tengo información, y tengo varias ideas, que salen en el momento en que las digo, sintiendo desde ese personaje, es por eso que es tan íntimo, es una charla con ella misma, es un soliloquio, y creo que ese ha sido el camino.

 

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Acerca del autor

Escritora y periodista cultural. Licenciada en Literatura. Ha publicado el poemario “Fragmentos en el Aire” Ed. Gente Común. Relatos en las compilaciones “Algo por el Estilo” (Marcelo Villena, UMSA), “Memoria de lo que vendrá”,(Juan González, Nuevo Milenio), en “Más de cien escritores bolivianos” (Roberto Agreda Maldonado Ed. Kipus), en la Antología Primer Festival Internacional de Poesía José María Heredia, Toluca 2017 y la Antología XXII Enero en la Palabra. En medios como Los Tiempos, La Razón, El Diario, Opinión, Revista “Tu mundo”, Revista Municipal de Culturas “khana”, Revista de poesía “Alforja” y Cuadernos de Literatura “Pensamiento Decolonial y Literatura”. Como crítica de cine, ha publicado junto a Marcelo Reyes “Apuntes de Cine” Ed. 3600. Desde 2002 hasta la fecha es editora de la revista digital de arte y cultura, Palabras Más, de la que es cofundadora.

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