Inverosímil ciudad de abismos
La Paz…no podré ya como creí alguna vez
crecer al paso de tu inexorable expansión
de callejuelas perdidas,
habrán demasiadas y no las podré medir
con el largo deambular de los pasos de mi soledad.
A la mitad de la cuesta que me quita el aliento
y me conduce al olor de los mercados,
un gendarme en la puerta de alguna casa de gobierno
el hielo del reflejo de su arma.
Y contemplo lo que él defiende;
los grandes nidos de la burocracia
centellantes de neón.
Pero antes de los edificios
casi perdidos entre lianas de cables eléctricos,
un vitral de añejos cristales o un adorno barroco
indiano
aferrados a una fachada colonial
al pie de la cual ofrecerán mañana los ciegos
suplicantes
la lotería nacional
y rebasarán los extramuros
los mendigos de una tradición mal alimentada.
(Los Años Acidos, Separata de Poesía 1974-1977)