Al ingresar a la oficina de Josué Méndez, ubicada en el distrito de Miraflores, lo primero que llama la atención son los afiches colgados en la pared: corresponden a una película de Quentin Tarantino (“Resevoir Dogs"), otra de Coppola (“El Padrino II"), una de Wong Kar-Wai (“Chungking Express") y la película chilena “En la cama". Con esta variedad se me hace difícil adivinar sus preferencias cinematográficas. Entonces deduzco –y luego compruebo– que a Josué le gusta de todo. Es decir, toda película que sea “buena", no importa el lugar de procedencia: Europa, Asia, Latinoamérica o Hollywood. Quizá por ello me confiesa –sin ocultar su entusiasmo– que le encanta ver la ceremonia del Óscar y compartir desde su casa las emociones reales o fingidas de los ganadores.
Josué Méndez ha conseguido lo que muy pocos directores peruanos de cine han logrado a sus 30 años: el reconocimiento de los críticos nacionales e internacionales con su ópera prima, la exitosa “Días de Santiago" en su caso. Ahora, Josué espera seguir cosechando triunfos con su segundo trabajo, titulado “Dioses", que se estrenará este 2008.
Méndez se aficionó al cine desde el colegio, cuando no era más que una diversión que iba de experimentos con la cámara y el juego de crear historias hasta las películas que todos disfrutamos cuando éramos niños, como las de ET, Indiana Jones y otras más.
Hasta que llegó ese momento en su vida que tuvo que preguntarse de qué iba a vivir. Y pese a que la respuesta no fue del agrado total de sus padres (ellos querían que fuera ingeniero) él escogió ser cineasta. “No me imagino haciendo otra cosa. En cuarto de media mi habilidad con los números se fue al diablo. Era claro que no iba a ser ingeniero", sonríe.
Estudió cine en la escuela del director Armando Robles Godoy y se graduó de Bachiller en Artes de la Universidad de Yale, en EE.UU, tras pasar el período entre el 1994 y el 1998 tratando de “entender qué quería decirle al mundo, y qué es lo que ya había dicho". El lado técnico de la realización cinematográfica lo aprendió en seminarios de la Universidad de Nueva York y la prestigiosa Escuela Tish para las Artes. Luego retornó al Perú para formar su propia empresa Chullachaki Producciones en 1998 con la que ha realizado sus dos películas y algunos cortometrajes y con la que distribuye algunos filmes.
¿Ser cineasta es más un amor a la profesión que a la comodidad?
Hay de todo, en todos lados hay personas que hacen lo que hacen por distintas emociones y objetivos. Hay gente que está en el cine por buscar dinero o comodidad, pues el cine no te excluye de eso, hay otros que lo hacen para ser famosos, conocer gente, tener estatus y otros solo porque les gusta.
¿Y en el Perú también puede darse eso, tener dinero o status por hacer cine?
Claro. Acá también hay gente que hace dinero del cine, no está fuera de la realidad. Hay películas peruanas a las que les ha ido bien comercialmente.
¿Y tú qué películas prefieres hacer?
A mí lo que me encantaría es un balance. Si bien no deseo que me vaya mal en taquilla, es importante que la película sea artísticamente reconocida. Un cine de autor que no sea aburrido y que también permita a la empresa ganar.
¿Es decir que no harías algo puramente comercial?
Hacer una filme solo con ese fin lo veo difícil, pero lo bacán es buscar el balance. Unir las dos cosas no es imposible.
Encuentro con un grande
El aclamado director británico Stephen Frears, reconocido por las premiadas películas “La Reina" y “Relaciones peligrosas", supo que Josué era el indicado para ser su discípulo en un programa de intercambio patrocinado por una prestigiosa marca de relojes tras ver la película que lo lanzó al estrellato: “Días de Santiago", filme que fue premiado en muchos festivales internacionales y que lo consagró como la joven promesa del cine peruano.
¿Cómo se dio la dinámica entre ambos?
Lo que hicimos fue trabajar como un año y medio juntos en la producción de “Dioses" mi nuevo trabajo. Si bien no hubo una comunicación constante en ese tiempo, existieron dos momentos de trabajo intenso: la creación del guion y el proceso de edición. Yo traté de sacarle el jugo a todas esas conversaciones.
¿Sus ideas y/o consejos aportaron mucho en tu proyecto?
El concepto que yo tenía no cambió. En lo que ayudó mucho fue en hacer que esa idea la pudiera decir más claramente porque a veces te pierdes en las cosas que escribes. Frears ayudó a buscarle claridad al mensaje que queríamos dar.
¿Qué significó para ti este encuentro?
Tener la oportunidad de trabajar con él es algo increíble, me sentí muy orgulloso. Fue una especie de taller permanente.
Estás en constante aprendizaje pese a que ya hiciste una película que resultó bastante premiada…
El cine tiene la peculiaridad de que cada película que haces es empezar de cero. Yo creía que había aprendido con la primera película, pero haciendo la segunda me di cuenta de que no sabía nada. Es como un volver a hacer las cosas de la nada y vuelves a cometer los mismos errores.
Frears dijo que eras brillante, inteligente y muy ambicioso…
Es muy generoso con sus palabras, seguro que tenía que decir algo bueno (risas).
Nuevo proyecto
“Dioses‿ es una sátira sobre la despreocupada vida de los jóvenes de la alta sociedad. En este caso, el filme se centra en una típica familia que vive en una casa de playa en Asia, o como criollamente se le conoce en Eisha. “El concepto era muy ambiciosa y ha sido complicado filmarla", señala. El elenco está integrado por gente bastante joven y algo inexperta, como las actrices Maricielo Effio y Anahí de Cárdenas, pero como me recuerda Méndez “son pocos los actores en el Perú que tienen harta experiencia en el cine". Si bien todavía no tiene una fecha exacta de estreno, se espera que para la segunda mitad del año ya esté en cartelera nacional.
¿Por qué te interesó tocar este tema?
Es una idea que tenía desde el colegio: conocí a varios chicos privilegiados que tenían casa en la playa y todas las comodidades que te puedas imaginar. Existe todo un submundo: racial, económico social, cultural. Son personas que manejan un cierto código y todas estas cosas queríamos retratarlas en la película. Creo que la película sale por sentimientos encontrados, por una contradicción: por un lado cómo no criticar y del otro cómo no envidiar eso también.
¿Has tenido acceso a ese mundo?
He tenido una educación privilegiada, pues estudié en el Markham, pero no tengo esas comodidades y esta película es la impresión que yo tenía de estos chicos.
A pesar de lo que pueda ser criticable, hay que reconocer que muchos peruanos aspiran a esa clase de vida…
Claro, tener una casa grande, contar con todos los lujos, cómo no envidiar esa vida. Pero en este país con tanta pobreza se debe criticar también. Estas contradicciones son las que me hicieron querer hacer la película.
En nuestro país es bien difícil que se diga abiertamente “yo soy racista" o “soy de un status mejor".
Los peruanos somos muy sutiles, tenemos una capacidad de distinguir y discriminar por cosas de que la gente de afuera no se da cuenta, y ya eso va dictando en ti una cierta forma de ser, pero no lo dices porque es algo que no es explícito, que está escondido, sin embargo es algo asumido. Quien tiene una vida privilegiada asume una superioridad, que es mejor. Así son las reglas…
¿Tú crees que esto viene de generaciones atrás?
No sé, creo que si te vuelves millonario vas a cambiar de actitud. Y no cambias solo de clase económica, sino en el tratamiento que le das a gente de apariencia distinta a la tuya y en las playas del sur eso se marca más. En ningún lugar está escrito que las empleadas no pueden meterse a la piscina, pero no pueden y eso lo ves.
Tras el éxito de “Días de Santiago" supongo que filmar la segunda fue menos complicado
Fue más fácil, pero también más caro. Es cierto que se te abren ciertas puertas, pudimos conseguir dinero de productores del exterior, pero también es una producción más costosa. Al final es como si invirtieras casi igual.
Las expectativas por ver este nuevo trabajo deben ser grandes
Me imagino que hay expectativa. No sé cuanta, solo espero poder satisfacerla.
Con “Días de Santiago" la crítica te trató bien.
Sí, es cierto. Quizá esta vez ya me toca (risas). Yo soy de los que trato de hacer caso a todos, todo es válido. En tal caso, la primera persona para quien hago la película es para mí. Si no me gusta lo que hago, no va; soy como el filtro. Mis sentimientos con respecto a mi primera película (“Días de Santiago") serían los mismo así me hubiera ido mal con la crítica, pero me alegra que le haya ido bien.
¿Qué diferencias hay con tu primer largometraje?
Es una película muy diferente. Traté de alejarme de “Días de Santiago" lo más que he podido, pero hay cierta temática parecida. Estilísticamente sí es muy distinta.
Producto nacional
¿Cómo ves la movida del cine peruano en los últimos años?
Creo que en los últimos dos o tres años ha habido una explosión de mucho cine de provincia, además la nueva generación ha tenido éxito con sus películas como Claudia Llosa y Eduardo Mendoza y ahora hacen una segunda producción. Vamos bien.
¿Por qué crees que no hemos conseguido hacer una industria como la argentina o la brasileña? ¿Es todo responsabilidad del Estado o también hay algo de culpa del gremio?
Viene de los dos lados. Creo que es responsabilidad del Estado y al mismo tiempo hay una incapacidad de los agremiados para lograr un apoyo del Estado. En países como los que me mencionas hay un apoyo del gobierno y un compromiso de los cineastas por estar ahí fregando para reclamar sus derechos. Acá en Perú fuimos y seguimos siendo flojos para fastidiar al Estado y este a su vez es indiferente a la cultura.
¿Cuánto dinero se supone que se debería asignar al cine?
No se trata de una cantidad. No es que el estado argentino o brasileño le regale plata a los cineastas, es simplemente permitir ciertos canales para que pueda haber dinero para hacer cine. Simplemente hacer que el Conacine tenga un fondo autónomo que pueda recabar un porcentaje de la taquilla para usar eso en las películas. Los municipios se han agarrado 10% de los impuestos que antes iba al cine no se sabe para qué, y el cine ya no puede acceder a ese dinero. En Brasil –por ejemplo– hay beneficio fiscal: si tienes mucho dinero y quieres dejar de pagar impuestos puedes invertir en cine. Acá eso no existe, ni existirá, porque el Ministerio de Economía no ha dejado que eso pase.
¿Y qué hay con los festivales internacionales?
En realidad son la única vitrina para vender tu producto. Son como un mercado, más allá de la prensa a lo que se va a es a vender el producto.
¿Qué hace que una película entre a un festival?
Que esté bien hecha, técnicamente correcta, es importante que tenga un soporte internacional. Mayormente las películas que llegan a estos festivales tiene varios coproductores y hay intereses económicos y políticos y una serie de cosas que en el Perú aún es difícil conseguir.
Definitivamente los premios sirven…
Claro que sí. Son cosas que más allá de darte prestigio o dinero, harán que tengas más chamba y uno lo que quiere es hacer más películas.
El Comercio del Perú