Hay dos opciones para leer a "Lucho San Pueblo", el documental dirigido por Eduardo Perez, que acaba de estrenarse en la Cinemateca Boliviana. La primera consistiria en enfocarse en la enorme figura de Luis Espinal, y cómo esta es descrita, celebrada, recordada, sentida, homenajeada en los cerca de ciento veinte minutos que dura el film. Ciertamente con justeza. Es dificil no ceder a esta tentación, y sumarnos nosotros mismos a esta reinvindicación de un personaje que como pocos a marcado nuestro inconsciente colectivo. Pero no, no vamos a repetir aquí todo lo que el film hace, y bastante bien, así que de entrada invitamos a todos los que quieren recordar o conocer a Luis Espinal a ver el documental.
La segunda opción, que es la que escojemos, pasa por hacer un breve comentario sobre los aspectos cinematográficos propios de un documental, y cómo estos estan o no presentes en la película que nos ocupa.
Un documental es básicamente una película que documenta ciertos aspectos de la realidad. Existe desde los inicios del séptimo arte, y quizas antes del cine de ficción, aunque la palabra "documental" no empezó a utilizarse hasta 1926. Hay varias definiciones de documental. Se lo define por ejemplo como "un película factual que es dramática" (P.Lorentz), y se lo aparenta a la literatura de "no-ficcion". Existen varios géneros dentro de la categoría: biografías ("bio-pics"), documentales históricos, de actualidad, y otras. Hay un largo debate de si el documental debe limitarse a presentar "la pura realidad" es decir filmar escenas no preparadas,y presentar documentos, como lo haría un periodista, y en eso caso la cámara sería simplemente un testigo, o bien si se puede justamente re-actuar acontecimientos y presentarlos como si fueran el hecho mismo. El conflico ético esta en informar o no a la audiencia sobre cuales escenas son preparadas y cuales reales. Otra característica que distingue a los documentales sería la de contener una "opinión", un mensaje claro que estructura la narración.
"Lucho San Pueblo" es una biografía documental, y en ella vemos un manejo efectista, muy eficaz además, de la narración visual, para crear en el espectador una violenta empatía con el sujeto del film, al contar una historia por demás dramática, que todos conocemos. Eduardo Perez utiliza entrevistas a amigos íntimos, políticos, testigos, que relatan aspectos de la vida cotidiana de Espinal, su obra intelectual, o su lucha social. No se límita a filmar recortes de periódico o entrevistas, sino que también dramatiza, abiertamente, escenas que muestran a Luis Espinal (Walter Gomez) en la morgue, en un basural, en un matadero. Un aspecto original, que no hemos visto en otros documentales nacionales, es que el narrador, el mismo Eduardo Perez, participa de las escenas reconstruidas, por ejemplo abrazando a Espinal cuando este cuelga de un gancho de carnicero, o dialogando con él en la morgue. Quizás un exceso para otra persona, pero no para el padre Perez. Un último recurso utilizado es la misma voz de Eduardo Perez Iribarne, voz de Radio Fides, el hombre invisible, que desde la pantalla grande rinde un homenaje sincero, en su estilo, a su manera, a Luis Espinal.
La obra de Espinal merece ser rescatada. La vida de Espinal merece ser recordada y celebrada. Este documental, si bien tiene un lado sobre-dramático dificil de ignorar, es un inicio y una invitación a otros cineastas a recojer esta historia y recrearla en el celuloide, que era, como recuerda Pedro Susz, la verdadera vocación de Luis Espinal Camps.