La Exposiciçon compuesta por más de 80 obras, permanecerá abierta al público hasta el 1 de agosto en el Museo Nacional de Arte.
En la generación nacida entre 1920 y 1930 surgió en el país un importante grupo de artistas plásticos, que alcanzaron notoriedad durante el periodo en que se gestó y desarrolló la Revolución Nacional de 1952. Este hecho coincidió con algunos acontecimientos trascendentales en el desarrollo de la promoción de la cultura en el país. El primero, fue la creación de las academias de bellas artes en Bolivia a partir de 1926 lo que permitió el aporte e influencia de un grupo de artistas formados en Europa, entre los que destacan dos grandes figuras del arte boliviano, por un lado, Guzmán de Rojas, director de la Academia Nacional de Bellas Artes Hernando Siles de La Paz y por otro, la presencia del maestro lituano Juan Rimsa que trabajó primero con un grupo de alumnos de la Academia de Bellas Artes Zacarías Benavides de Sucre y luego con un grupo de jóvenes artistas en la ciudad de La Paz.
Parte de esta generación de artistas es Antonio Mariaca Arguedas, nacido en La Paz en 1926 en el seno de una familia de clase media, Antonio descubrió su inclinación hacia el arte a temprana edad, además de la pintura, tuvo interés por la literatura y a los quince años ya colaboraba con la revista El Trompo dirigida por el intelectual y también pintor Luis Luksic, quién estimulaba en el joven su deseo por convertirse en artista. Alumno de la Academia Nacional de Bellas Artes de La Paz, tuvo como maestro a Cecilio Guzmán de Rojas e hizo amistad con el maestro Jorge de la Reza, quien a pesar de no ser su profesor, aportó a su formación con valiosos consejos. Poco después conoció al maestro Juan Rimsa y se trasladó a Sucre para continuar sus estudios con él. Hacia 1943 ingresó a la Academia de Bellas Artes Zacarías Benavente de esa ciudad. De retorno en la Paz, entre 1946 y 1951, Antonio Mariaca participó, junto con otros destacados artistas, entre los que se encontraban María Luisa Pacheco, María Esther Ballivián, Graciela Rodo y su primo Raúl Mariaca de un taller que Rimsa formó en La Paz.
La obra de Antonio Mariaca está marcada por su admiración al trabajo de Pablo Picasso, muestra una interpretación propia de las corrientes internacionales de su época, entre las que destacan, el Cubismo Analítico, la Abstracción Lírica, la Nueva Figuración y el expresionismo. Mariaca se definió en un momento como expresionista y abstracto, esta autodefinición responde en gran manera al conjunto de su producción. En la mayor parte de su obra, primó la necesidad de expresar su mundo interior, el conjunto de sus intereses y emociones a través del color y la materia, grandes manchas de color y entornos de tonalidades bajas sobre los que contrastaba los colores vibrantes. La forma, para él, no contenía al color, éste la rebasaba y le daba presencia, rasgos que, a pesar de sus diferentes momentos y temáticas, permiten identificar su estilo personal.
Concebir esta exposición, no hubiese sido posible sin todo el trabajo previo de investigación y sistematización realizado por Alfredo Mariaca, nieto del pintor, y su dedicación en todo el proyecto, que es un valioso ejemplo de la trascendencia de hombres como Antonio Mariaca que entregan su vida a una labor tan importante como la creación artística. Así, este conjunto de obras que componen la muestra tienen el propósito de rendir un merecido homenaje a su creador, mostrar a los bolivianos y bolivianas de hoy el compromiso de un artista con su vocación y transmitir este valor a las futuras generaciones.
La muestra compuesta por más de 80 obras permanecerá abierta al público hasta el 1 de agosto, para luego ser expuesta a partir del 12 del mismo mes, en el Centro Cultural Santa Cruz dependiente también de la Fundación Cultural del Banco Central de Bolivia.
Museo Nacional de Arte