A ver cuántos dicen amen
Porvenir 11: 9-08
El que mata
se expone a la mirada
un examen que aprobar.
Al Vidente no le importa
la ocurrencia, pero goza
del espectáculo nudista.
A su gloria
la imagen neutral de la masacre.
R.G
Ricardo García, poeta trashumante, bebedor en tabernas solitarias, salvaje caminante entre maltrechas musas, roedor de alquimias sexuales, sombrio rehén de sus desdichas. Su poesía, coloquial y fulgurante, de resonancias autobiográdicas, vuelve al origen, a eses trozos vivenciales que marcaron su ser: su mal- entonada infancia. Su voz se inspira en el mito propio y sus circunstancias, en esas súbitas iluminaciones que desbrozan el reverso del lenguaje, cuyo destino fue "fulmíneo como un tajo" (Olga Orozco). Donde el ritual cotidiano se transmuta en lo enigmático, que es carnal.
Su discurso poético señala un nudo ciego en nuestro parnaso.