BEIJING, May 31, 2007-. The first panda
to be released into bamboo forests after
being bred in captivity has died.
“Tal vez se cayó de un árbol
cuando era perseguido
por animales salvajes”,
dijo un guardia forestal.
El cuerpo del oso panda,
donde se acariciaban,
de forma delicada y suave,
el resplandor y las sombras
que cifran el día y la noche,
fue hallado sobre la nieve.
Liberado un año antes,
tras un largo y tedioso cautiverio,
se demostró que era inútil
adiestrar al animal
para que sobreviviera
a los misterios del bosque.
Su instinto domesticado
en la jaula del zoológico
hizo de él una criatura frágil
ante el instinto salvaje
de su misma especie.
Quizás fueron otros osos
los que rasgaron su cuerpo.
El intruso, que regresó de otro mundo,
murió así por el rechazo
de los que nunca aceptaron
su contacto con los hombres.
Aunque podría pensarse:
si Xiang Xiang
hubiera sido una hembra,
¿aún estaría viva?
No en vano, cuando abrieron su jaula,
Xiang Xiang dudó en salir,
temblando ante la visión
del asombroso espejismo
que le descubría el mundo.
Sepultado al pie de una montaña
su tumba es una señal
de la muerte que doblega
la brevedad de los días.
A Gloria Reverte,
contemplando un oso panda
en el paisaje de México.
31/V/2007