Hasta hace algunos días podiamos apreciar en la Cinemateca La Chirola, cortometraje de 26 minutos de Diego Mondacca, tesis de fin de estudios en la Escuela Cinematográfica de San Antonio de los Baños de Cuba. La película se centra en el relato de parte de la vida de Pedro Cajías, ex guerrillero que estuvo recluido en el penal de San Pedro de La Paz, Bolivia.
La Chirola destaca desde los primeros segundos por la cuidada fotografía en blanco y negro que a lo largo del film despliega diversos recursos visuales que vienen en apoyo constante a la narrativa propuesta, al mismo tiempo que crean una atmosfera visual particular: el espacio cinematográfico de la “chirola”, o la prisión de Pedro Cajías de la Vega, único protagonista del documental. Es así que vemos un uso recurrente del desenfocado que sugiere deformaciones, en animales o personas, transformados por el recurso en seres fantasmagóricos, indefinidos, con este mismo efecto vemos tomas a contraluz, planos inclinados o primerísimos planos del protagonista o su mascota. Todo esto siempre con una composición cuidada y equilibrada en cada plano, sacando el máximo provecho de un blanco y negro rico en contraste que con mucho acierto recuerda al blanco y negro de las fotografías antiguas. Y es que este film es un retrato, y como tal, muestra algunas facetas del personaje central, dejando de lado otras, porque no importa la realidad sino la marca que ésta deja en la emulsión de plata o el sensor digital, y el recuerdo que a partir de estas imágenes diversas se va construyendo en la memoria, o en esta caso en el documental. En la charla sobre este film llevada a cabo en el Cine Club Luis Espinal, de la Cinemateca Boliviana se discutió sobre si este film es realidad o ficción, y se escucharon entre los panelistas los calificativos de “ensayo” o “poema” visual. Es por supuesto ficción al igual que todo film, y se acerca más a lo segundo, recordándonos por su factura, aunque guardando las distancias temáticas y contextuales, a “Death Man” de Jim Jarmush que también usa un blanco y negro similar, a la vez que se pasea entre la narración y la poesía.
Hay destacar también a Pedro Cajías, por la honestidad y la riqueza en el relato, por la manera en que se actúa a sí mismo, con naturalidad, y la forma en que se maneja delante de la cámara. Acerca de la reflexión que suscita la película, esa de que la prisión es a fin de cuentas una prisión interior es quizás un acierto, más que por su originalidad porque es un tema universal, lo que asegura que la película va a tener el mismo efecto en cualquier lugar donde se proyecte. Así Cajías dice casi al final de la película “La Libertad empieza cuando uno elige su propia carcel”, frase que se recoje en el material promocional de la cinta.
Diego Mondaca es boliviano, nacido en 1980, trabajó para el grupo UKAMAU de Jorge Sanjinés. Obtuvo una especialización en cine documental de la Escuela Internacional de Cine y TV de San Antonio de los Baños. La Chirola obtuvo el 1er premio en el festival Documenta Madrid 2009, y le premio al mejor documental en el Festival de cine de Belgrado 2009.