Andrea tiene treinta años y no está casada y tampoco tiene hijos, pero tiene desde hace dos semanas un sueño recurrente. Sueña con arañas negras y peludas que le salen de las entrañas de su cuerpo. Precisamente salen de su sexo: se escapan de ella como si al estar en su interior estuvieran continuamente ardiendo en llamas. Se refugian en los rincones más oscuros de su departamento. Prefieren los lugares fríos, por eso sus lugares predilectos son atrás del aparador o debajo del refrigerador.
Ella sueña que se desprenden de su interior como si fueran ellas las hijas que nunca tuvo. Y que muy probablemente no tendrá jamás porque le desagrada la idea de un hombre desnudo durmiendo a su lado. Cree que si comparte su lecho con alguien perderá la libertad que con tanto esfuerzo a logrado conseguir.
Algunas de las arañas tiene ojos rojos algunas y otras los tienen amarillos. Son redondas y regordetas. Poseen ocho patas llenas de espinas y astillas como si fueran las patas de grillos verdosos. Se mueven rápidamente generando al unísono un peculiar sonido como ese que las gotas de lluvia hacen cuando chocan contra el vidrio de cualquier ventana.
Ellas no tienen conciencia sobre el lugar de dónde vienen ni sobre cuánto tiempo llevan con vida ni cuántos meses vivirán. Saben sin embargo, que deben alimentarse y ocultarse en algún rincón oscuro y frío, nada más.
A Andrea no le importa nada más que la limpieza de su cuerpo y cada noche suplica a un Dios que no puede identificar que al amanecer su cuerpo esté limpio de impurezas y completamente sano.
Cada noche, desde hace semanas sueña con esas arañas negras y peludas que son tan grandes como una naranja que van siendo expulsadas de su sexo. Al despertar, Andrea a veces, no recuerda su sueño pero siente que su cuerpo, al menos por unas horas (hasta que tiene los primeros disgustos en el trabajo o cuando al almorzar siente que lo que ingiere tiene demasiada sal o cuando sin querer descubre a dos compañeros de trabajo ocultos en alguna oficina, que en vez de trabajar se están dedicando a otros menesteres) flota en el aire.