Del cielo a la tierra paceña, en recientes propuestas teatrales, el mérito de Macbeth del director Sergio Caballero radica en dar a conocer una obra clásica, a la a veces embargada sed del público boliviano.
Evidentemente Macbeth, sin poder contener un dejo popular, fue readaptada tomando extractos e intentando mantener esforzadamente la solemnidad narrativa de Shakespeare. El mérito también está en procurar una fidelidad al texto y en la entrega los actores que memorizan largos parlamentos tomados de la obra original. Ya David Mondacca demostró ampliamente que no es imposible dar vida al rigor del lenguaje poético cifrado con grandes saltos temporales.
El acierto probablemente se encuentre en la estética de la escenografía, la sobriedad y la pulcritud del blanco saturando la atmósfera, o en las graciosas zapatillas tocando el escenario. Tal vez se encuentre en el sujestivo vestuario y la actuación buena y cuidada del coro de brujas sincronizadas, auxiliando y socorriendo la agonizante obra, recordando muy lejanamente algún guiño al demonio en La Pasión de Cristo de Gibson. O en el uso acertado de la contrastante tinta roja en el minimalista reino blanco, como imagen del imperio de la culpa que no se limpia manchando de impunidad la heredad Macbeth.
Sabemos también que el teatro boliviano debe sobreponerse continuamente a dificultades de infraestructura, de escuela y de apoyo institucional. Que a veces debe sobreponerse incluso a falta apoyo del propio público que se deja llevar simple y llanamente como franca oveja siguiendo al buen pastor, director de la puesta en escena.
Sólo algún público y porque no decirlo, alguna bien intencionada crítica que como acto reflejo aplaude sólo si otros aplauden, si es que no encuentra algún chivo expiatorio que pague por todos, para lanzarse limpiamente sobre él.
Sin embargo, y a pesar de la tolerancia y el aliento que le debemos al siempre gestante teatro boliviano, es necesario reconocer que Macbeth del grupo Liberavi obra con la que se inicia el ciclo +teatro de La Paz en el Teatro Municipal deja todavía mucho que desear.
Que el importante papel central de Lady Macbeth, alrededor del cual gira toda la obra, no es apto para la actriz que lo interpreta o como se prefiera en el orden de los factores; a pesar del reconocimiento a la trayectoria de la actriz Norma Merlo, actriz de la que sin duda, pueden aprovecharse grandes cualidades en la interpretación de otros papeles.
Que no se menosprecie al público, que la pasividad de la actuación, la ausencia casi generalizada de enfasis, gesto o intención que hacen verosímiles y comprensibles los diálogos. Que la inactividad de una frágil estructura, lentitud e ingenuidad de la obra no se disfrace con la dificultad de traducir en escena la lógica de un Shakespeare.