Loayza, Valdivia, Bascopé, ll Jornadas de Periodismo Cultural

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El miércoles 26 de marzo en el Centro Cultural de España La Paz, críticos y periodistas culturales celebramos la posibilidad de conversar con tres importantes directores del cine boliviano. Marcos Loayza y un decálogo que razona un cine radical, Juan Carlos Valdivia con la experiencia de tres etapas de metamorfosis cinematográfica,yTomas Bascopé, compartieron los insumos de su particular mirada de autor, el cine de autor los atraviesa  con urgentes demandas. Oportunidad para escuchar, entreabrir el tórax de dos inversos, antagónicos fraternales Loayza y Valdivia, y un conciliador que defiende la realización de un cine que sepa visitar a su espectador. Un cine que respete a su público, con una indispensable calidad técnica, y de contenido, que por ende hable del amor propio de sus realizadores bolivianos. 

¿Eres lo que haces? ¿Haces lo que eres? ¿O eres  cómo lo haces? En estos términos, considero, se mueve vivazmente el contorno de la obra de  tres realizadores. Eres lo que haces: el controlado oficio consciente del cineasta. Haces lo que eres: el  desdoblado inconsciente revelando perfiles que el  autor desconoce de sí mismo y descubre con asombro; y el cómo lo haces: el estilo, ese fluctuante cómo que describe  las impares huellas digitales del realizador en el conjunto de sus obras:

El Decálogo de Marcos Loayza no da brazo a torcer, postula que el cine no deja de ser un negocio, una industria perversa “alimentada por buitres”, pero afortunadamente también por gente que busca el beneficio artístico. El cine es fundamentalmente narración, la poesía  se encuentra en los pliegues, siempre al servicio de la historia. El  cine debe ser fiel a sí mismo, se debe al propio relato, y tiene que aspirar a la excelencia, en este sentido su propuesta "tiene que ser radical". Fiel a la sociedad y al tiempo en el que se vive, el cine  es una crónica “precisa” de su tiempo. El cine cuando es bueno es invisible, todo el entramaje técnico  tan sólo acompaña la historia. En el cine hay un diálogo esencial, de la sensibilidad del director a la subjetividad del espectador. Por lo tanto es necesario que el director esté a la altura del espectador, no por encima ni por debajo. Finalmente, el apostolado exige que el realizador no debe tomarse muy en serio a sí mismo.

La introspección de Valdivia nos habla de dos etapas en su cinematografía, pasando a una tercera en formación. El artefacto del cine comercial, un lenguaje universal, “lenguaje de botones a los que respondemos automáticamente”, pasa por Jonás y la Ballena Rosada y culmina con American Visa. Descompuesta, la manzana cae y se inserta en el caparazón, la auténtica metamórfosis de Juan Carlos Valdivia empieza con  Zona Sur. Entonces el autor no buscar agradar, el verosímil diálogo existencial con la crítica se inicia. Se genera una gran cantidad de textos críticos y el autor empieza a "construir un discurso". Valdivia toma conciencia del poder del cineasta para convocar mundos. De un extremo a otro, de Zona sur a Tierra sin Mal, se comienza a crear un estilo personal, " no se puede volver atrás”, nos dice el realizador. En cuanto al  rol del crítico, para Valdivia sin duda se trata de ayudar al espectador a apreciar mejor una obra. En este proceso se establecen raíces, críticos que han sabido entender al director y han despertado el pensamiento propio del público, tendiendo puentes. El problema del cine de autor radica en el divorcio de creadores y público del país, un problema generalizado en América Latina, comenta el cienasta. Como Loayza, Valdivia está de acuerdo en ser radical en las propuestas de su cine, en ser fiel al tiempo en el que se vive, en la importancia de las historias y en  estar a la altura del espectador. Sin embargo no coincide en la invisibilidad del cine.  Influenciado por directores como Tarantino  y Fellini,  realizadores del exceso, el director  afirma.  “El arte es excesivo, derroche de locura, me gusta el cine que deja entrever  su mecanismos”. En varios niveles, el relato no lo es todo, el cine también es sino el cine que habla del cine, metalenguajes en confluencia.

 
En el vaivén de El Ascensor, Tomas Bascopé busca una idea que  enamore. Con modestia el realizador afirma que El Ascensor ha sido sobrevalorado por la crítica. En su caso, el deseo de ser cineasta proviene de la experiencia propia de actor, el oficio de recrear emociones en el público, dos actores y una camara podrían ser suficientes para crear una buena película: “Quiero ser el cineasta que haga películas que realmente se sienta feliz de verlas, quiero sentirme orgulloso de lo que hago”, afirma el autor, incluso si la emoción implica que la misma obra  aborrezca a otros.
Bascopé llama la atención sobre las ausencias. Al cine nacional le faltan tres pilares.La formación de cineastas para hacer mejores productos es el primer soporte. Existe una nueva generación que hace por hacer, y hace escapar al público, "su nivel técnico inadecuado hace huir del cine nacional". Por otra parte ,  Tomas Bascopé pide el apoyo de la prensa cultural, especialistas que tengan el valor de  decir  “esto es una mierda” . Se necesita formar y atraer al público entre cineastas y prensa. Bascopé propone no limitar la exibición a las salas comerciales:  "97% de la población no va a salas porque le cine boliviano no se está acercando a la gente(…)Se precisa crear mecanismos de cine de barrio, microcines, cine  en los colegios: Apuntar a los que no han sido visitados por nosotros. El sistema educativo no promueve las películas bolivianas, también la televisión. Lo importante de hacer una película es llegar al público, respetarlo, buscarlo”.
 
Así percibimos el cine radical de Marcos Loayza, cardinal por expresar enfáticamente las modalidades, las coordenadas de su particular obrar cinematográfico; el cine de la metamorfosis de Valdivia, autoreflexivo y metatextual,  y el  cine enraizado en la formación teatral de Bascopé. Cine que se sobrepone  a la inestabilidad de tres pilares que débilmente resisten las exigencias del oficio fílmico.  
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Acerca del autor

Escritora y periodista cultural. Licenciada en Literatura. Ha publicado el poemario “Fragmentos en el Aire” Ed. Gente Común. Relatos en las compilaciones “Algo por el Estilo” (Marcelo Villena, UMSA), “Memoria de lo que vendrá”,(Juan González, Nuevo Milenio), en “Más de cien escritores bolivianos” (Roberto Agreda Maldonado Ed. Kipus), en la Antología Primer Festival Internacional de Poesía José María Heredia, Toluca 2017 y la Antología XXII Enero en la Palabra. En medios como Los Tiempos, La Razón, El Diario, Opinión, Revista “Tu mundo”, Revista Municipal de Culturas “khana”, Revista de poesía “Alforja” y Cuadernos de Literatura “Pensamiento Decolonial y Literatura”. Como crítica de cine, ha publicado junto a Marcelo Reyes “Apuntes de Cine” Ed. 3600. Desde 2002 hasta la fecha es editora de la revista digital de arte y cultura, Palabras Más, de la que es cofundadora.

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